Traje negro frente a ceja enarcada

M.G. Reigosa

FIRMAS

02 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En un banquillo, un traje negro (a veces con camisa blanca, pero pocas, y probablemente con menos motivo el 24 de mayo en Lisboa), barba engañosamente descuidada, gestos que van dibujando el partido y discurso apasionado, que no incendiario.

En el otro, detrás de una ceja enarcada, indumentaria impecable, canas, ademán contenido y palabras con el sello de la calma.

De alguna manera, Simeone y Ancelotti transmiten como entrenadores lo que en su día como futbolistas. Ambos fueron medios centro competitivos, más de corte el argentino y más de confección el italiano. El del Atlético casi siempre ostentó capitanía en los vestuarios por los que pasó, el del Real era un referente más silencioso, más de puertas para adentro. Uno y otro han ido proyectando ese carácter a sus actuales plantillas, compartiendo una reflexión innegociable: «El fútbol es de los futbolistas».

Difícilmente se puede encontrar una reflexión de Ancelotti sobre el tamaño de los genitales de sus jugadores, o una de Simeone apelando al equilibrio. Porque el italiano siempre tuvo claro que el déficit del Real Madrid estaba en el juego sin balón, y su mensaje ha ido calando como la nicotina. Y el argentino sabe que buena parte del éxito del Atlético pasa por jugar siempre en la sexta marcha.

En la final de Copa, Isco fue uno de los grandes recuperadores. Y en Múnich Bale pisó más el área propia que en cualquier partido de Liga. El Atlético ha sabido sobreponerse a bajas puntuales como las de Diego Costa o Arda. Y el gol de Adrián ante el Chelsea dice que el ataque colchonero no son solo balones largos al ariete. Hay mucho trabajo en los dos lados.