El vigués Gustavo Souto, rumbo al Mundial de Clubes

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Ganó la Champions de Oceanía con el Auckland City

21 may 2013 . Actualizado a las 11:54 h.

«Ha sido una experiencia increíble. Cuando cambias de aires esperas lo mejor, pero no imaginaba que terminaría de esta manera». Palabra de trotamundos, de un recluta de la pelota a quien no le cuesta hacer el petate para seguir dando patadas a un balón. Gustavo Souto (Vigo, 1983) se mudó en invierno desde Kazajistán hasta Nueva Zelanda. Fichó por el Auckland City, uno de los grandes de Oceanía. El talento español cotiza al alza en cualquier rincón del planeta y el otro lado del mundo no es una excepción. Aterrizó defraudado por promesas incumplidas y el pasado fin de semana encontró lo que había estado buscando, se tropezó con la historia. Su equipo conquistó la Champions de Oceanía, lo que le permitirá jugar el año que viene el deslumbrante Mundial de Clubes.

Gustavo Souto, forjado en la cantera del Arousa y Celta es un nueve de los de antes, de los que entran en contacto con el esférico solo para alojarlo en el fondo de la portería. Vistió la camiseta del Rápido de Bouzas, Porriño Industrial, Alondras, Racing de Ferrol, Eibar y Logroñes antes de decidir que había llegado el momento de emigrar. «En España todo está terrible. Pocas veces cobras lo que te prometen», comentaba poco después de marcharse por primera vez. Y después de varios tumbos, cayó en Nueva Zelanda. En tan solo 15 días ya había enamorado a la hinchada azul marina (el color que preside el uniforme del Auckland City). Durante uno de sus primeros encuentros, con el diez a la espalda, anotó un auténtico golazo. Recogió el centro de su compañero James Pritchett desde la banda derecha y lo enterró en la red gracias a una precisa chilena.

El tropezón de la liga

En la liga encontró el primer sinsabor de este viaje. El Auckland City se jugó el campeonato con el Waitakere United y se le terminó escapando. Sin embargo, la Champions de Oceanía, una competición en la que Gustavo Souto había anotado ya tres goles en cuatro partidos les brindó la oportunidad de revancha. De nuevo, mano a mano con su rival, pero en esta ocasión al conjunto de Souto le tocó cara.

«Me da rabia no haber podido jugar la final. Me estoy recuperando de una rotura de clavícula que me hice hace 12 días, pero saboreé la victoria como si estuviera en el campo», apunta el atacante gallego, quien ya tiene una oferta de su equipo para renovar. «Solo me iría si llegase algo irrechazable, porque un Mundial de Clubes es muy difícil que lo pueda volver a vivir».