Mourinho se sobrevalora

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

A pesar del ruido generado, el luso se queda lejos de los logros de Del Bosque

20 may 2013 . Actualizado a las 17:55 h.

El legado de José Mourinho, en entredicho. A punto de echar el cierre a una temporada en la que aspiraba a todo y no ha ganado nada, la descomposición del vestuario y la inacción de la directiva han llevado al madridismo a examinar la actitud de un entrenador que alardeó sin motivo de su contribución a la historia del club. Otros, como Vicente Del Bosque, han recolectado más nueces con menos ruido.

los títulos

Números cantan

En el Real Madrid: Mourinho, tres años, una Copa del Rey, una Liga y una Supercopa. Además, alcanzó tres veces las semifinales de Champions. Del Bosque entrenó dos meses al Madrid en 1994 y dos partidos en 1996. Desde 1999 hasta el 2003, ganó dos Ligas de Campeones, dos Ligas, una Supercopa, una Supercopa de Europa y una Intercontinental. El equipo jugó cuatro semifinales de Champions.

El camino

El papel del actor secundario

Mourinho, futbolista discreto. Del Bosque, cinco Ligas y cuatro Copas en los setenta con el Madrid. Tras eso, el luso aceptó a duras penas ser el traductor de Bobby Robson y el salmantino asumió su rol de técnico blanco interino y entrenador de categorías inferiores, hasta director de cantera.

Relación con la directiva

Jorge Valdano, juez y parte

El Real Madrid que dibujaron Mourinho y Del Bosque bajo el mismo presidente y con el director general Jorge Valdano como interlocutor directo muestra claramente los polos puestos. El portugués acumuló poder hasta el punto de arrogarse todas las funciones posibles, salvo la de la presidencia. Del Bosque soportó las injerencias del directivo argentino, que decidió despedirlo un día después de ganar la Liga del 2003, para fichar a Carlos Queiroz.

el discurso

Beligerancia o concordia

Mourinho elaboró un discurso bélico con la coartada de la defensa del Real Madrid. Respaldado de forma tímida por la presidencia, inyectó sangre en el vestuario y lo fracturó. Adeptos y opositores nunca cedieron en su pulso. Del Bosque optó por el fútbol que mamó, el de la coalición entre la dirección técnica y la caseta. Dirigía el Madrid galáctico con tres Balones de Oro: Figo, Zidane y Ronaldo. «Parece que es delito llevarse bien con los jugadores», le contestó recientemente el español al luso. Solo cae en la crispación cuando alude a su salida del Real Madrid, que carga sobre las conciencias de Florentino Pérez y Valdano.

el estilo

La trinchera o el frente

Italia terminó de modular la pizarra de Mourinho. Apuntaba en su Oporto campeón de todo, lo matizó en el Chelsea y lo confirmó en el Inter. Su Madrid fue ejemplo de cerrojazo y contragolpe. El balón era un extraño para el club más laureado de la historia. Del Bosque apostó por el virtuosismo (del que hacía gala cuando él mismo jugaba) y la ofensiva, en detrimento del corsé táctico.

las galas

La imagen del club

Los continuos desplantes de Mourinho a las galas de la FIFA y de la UEFA cuando no se vio ganador de premio alguno contrastan con el comportamiento de Del Bosque, que llegó a decir en una de ellas: «Todos queremos ganar pero estamos obligados a defender el fútbol y a mimarlo y a trasladar la mejor ética y conducta personal».