Una proeza llamada Hawái

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Capotillo

Saleta Castro aspira a ser la primera gallega en disputar el mundial del Ironman

14 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Su debut el año pasado en la larga distancia fue ilusionante. Acabó séptima en el Ironman de Lanzarote. A partir de ese momento, Saleta Castro (Pontevedra, 1987) sintió que por fin había encontrado su hueco en el triatlón. «No dependo de nadie para poder competir en una u otra prueba. No tengo a un seleccionador. Son retos personales. Es cierto, que necesito buscarme la vida para tener los mejores patrocinadores posibles, pero forma parte del desafío y me gusta», explica después de una de sus maratonianas sesiones de entrenamiento en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva. Tras el estreno, se marcó una meta: ser la primera gallega en disputar el Mundial de la especialidad en Hawái, la meca de este deporte.

Para lograr el objetivo ya ha variado todo su calendario de competición y deberá acumular puntos a partir del 1 de septiembre hasta situarse entre las 35 mejores del mundo en octubre del que viene. Ese es el pasaporte hacia la prueba que se desarrolla a orillas del Pacífico. «Si sigue entrenando con esta dedicación y está tan mentalizada como ahora, Saleta está en condiciones de entrar en ese selecto grupo», comenta su entrenador Alejandro Santamaría. El madrileño es el encargado de planificar la puesta a punto de la triatleta, quien ha terminado de modificar las rutinas que tenía adquiridas de cuando competía en distancia olímpica.

Menos ritmo y más distancia

«Las trayectos que recorre a lo largo de una semana o de un mes no son muy diferentes a las que puede realizar un triatleta de élite como Javier Gómez Noya o Iván Raña, pero sí que su distribución es diferente», explica Santamaría, quien agrega: «Un olímpico lo distribuye en tandas cortas donde se buscan ritmos elevados, mientras que la preparación para el Ironman (cuatro kilómetros a nado, 180 en bicicleta y 42 de carrera pedestre) requiere de series con menos ritmo y trayectos más largos. La resistencia es fundamental».

Saleta Castro completó el pasado 14 de abril en Port Elizabeth (Sudáfrica) el primer Iroman de los cuatro que figuran en el cronograma de este año. Allí terminó en el undécimo puesto. «No estoy del todo contenta con el resultado de esta competición», apunta. «Nadé bastante bien y en el segmento de bicicleta conseguí colocarme en la sexta posición, pero cuando me bajé a correr, me di cuenta de que me había quedado vacía. Es preciso estar dispuesto a sufrir mucho cuando te enfrentas al maratón después de un desgaste tan importante y yo no lo estaba», recalca la triatleta pontevedresa, quien, poco a poco, fue perdiendo posiciones. «Si no fuera por mi entrenador -destaca-, quizás no habría acabado. Él ha participado en estas pruebas y sabe lo exigentes que son tanto física como mentalmente».

La deportista reconoce que su preparador «ejerce a la vez de psicólogo». «Cuando acabas una de estas pruebas piensas en descansar, solo te quedan ganas para comer», añade. «Esa es la gran diferencia entre la distancia olímpica y el Ironman. En la primera puedes competir casi cada fin de semana».