El imparable ascenso de Michel Platini

pablo san román PARÍS / COLPISA

DEPORTES

Reelegido por aclamación presidente de la UEFA, basa su continuidad en la implantación del «fair play» financiero

23 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Por aclamación de las 53 federaciones europeas. Michel Platini (21 de junio de 1955) seguirá como presidente de la UEFA hasta el 2015. Tras obtener el respaldo unánime, el candidato único no pudo evitar las lágrimas y con la voz entrecortada dio las gracias. «Pensaba que no era tan joven y podría controlar las emociones», se excusó. Ahora apunta a la FIFA, el terreno de Blatter, bajo cuyo manto llegó en su día a los despachos.

El ex futbolista francés fue elegido por primera vez en enero del 2007, pero entonces superó por un escaso margen (27 a 23) a un clásico, Lennart Johansson. «Es especial y emotivo, ya que nunca un nieto de inmigrantes italianos como yo y que creció en un pequeño pueblo de la Lorena francesa habría pensado un día encontrarse aquí y dirigirse a ustedes, en el Grand Palais, como presidente de la UEFA», declaró antes de ser elegido.

El dirigente francés intentará en cuatro años concluir los cambios iniciados, y tal vez preparar las bases para ascender a la FIFA. Ya se habla de él como futuro sucesor de Joseph Blatter. El presidente de la FIFA confirmó este martes que se presentará a la reelección al cargo este año, y anunció que en caso de ganar será su último y cuarto mandato.

Evitar el endeudamiento

Platini huye pronunciarse sobre la posibilidad de suceder a Blatter y buscará en su segundo mandato acabar con la violencia y la corrupción en el fútbol, tras los últimos casos de amaños, además de que los grandes clubes del continente estén saneados. El sueño de Platini, el impulso de su reelección es la puesta en marcha del fair play (juego limpio) financiero, con el que un club no podrá gastar más de lo que gane si no quiere ser excluido de las competiciones europeas a partir de la temporada 2014-15, un reglamento que pretende impedir el endeudamiento incontrolado de los clubes y reinstaurar la igualdad de oportunidades.

El que junto a Zidane está considerado como gran referente del fútbol francés va camino de igualar en los despachos sus logros en el campo.

Como jugador, pasó por el modesto Nancy (1972-1979) antes de llegar al Saint-Etienne (1979-1982), trampolín que le catapultó a la Juve, donde hasta 1987 fue uno de los mejores jugadores del continente, como demuestran sus tres Balones de Oro (1983, 1984 y 1985). En Italia ganó una Copa de Europa, dos Ligas, una Copa de Italia, una Recopa, una Supercopa de Europa y una Intercontinental.

Además, conquistó tres trofeos de máximo goleador entre 1983 y 1985. Vistió la camiseta de la selección en 71 ocasiones y logró 41 tantos, en particular el que metió en la final de la Eurocopa de 1984 en el Parque de los Príncipes a Arconada y que contribuyó a dar a Francia el título.

Recelo oficial

Probó como técnico sin demasiada fortuna y su desembarco en la UEFA fue recibido con recelo por un sector escasamente receptivo a la democratización del deporte. Supo evitar la confrontación que muchos auguraban con los clubes, con las grandes federaciones e, incluso, con la FIFA. El hombre de convicciones que llegó en el 2007 al frente de la UEFA se transformó en un hábil diplomático que diluyó la influencia creciente del grupo de presión del G-14, que amenazaba con abandonar la Liga de Campeones y crear un campeonato paralelo.

Su padre, Aldo, de origen italiano, era jugador y transmitió a su hijo el amor por el balón. Una pasión futbolera cuyo último gesto fue la petición a Xavi, un jugador en que se ve reflejado, de la camiseta con la que se proclamó campeón del mundo en Sudáfrica 2010.