El Real Madrid apabulla, pero no golea

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

Contó con innumerables ocasiones ante un Ajax muy inferior y se tuvo que conformar con un marcador corto

16 sep 2010 . Actualizado a las 11:12 h.

Después del golpe de autoridad del Barcelona el día anterior, el Real Madrid comenzó con victoria y superioridad su participación en la Liga de Campeones 2010-2011. Pecó de desacierto ante un Ajax muy inferior.

Después de sus críticas a las exigencias del madridismo en el Santiago Bernabéu, Cristiano Ronaldo despertó la esquizofrenia de una grada ayer más dispuesta a aplaudir pero que también le quiso silbar.

Había tensión en el segundo examen de Mourinho en el Bernabéu. Había curiosidad por saber si el Real Madrid iba a proponer de nuevo ese fútbol denso, rocoso, no apto para digestiones pesadas.

No se mostró seductor el equipo blanco en los primeros minutos, es cierto, pero su superioridad era abrumadora. Se manejó como un Cassius Clay ante un Ajax agazapado a la fuerza. Ágil en el juego de piernas, castigaba con cadencia la portería de Stekelenburg. Ahora, un jab de Cristiano, repliegue; ahora, un cruzado de Khedira, repliegue; ahora, un crochet de Di María, repliegue; ahora, un gancho de Higuaín. El Real Madrid prolongó la situación hasta la media hora. El Ajax solo lanzó un golpe al aire (Sulejman, en el 14). Pero alcanzado el minuto 31, un saque de esquina fue gol porque no le quedaba más remedio. Esperaban en el área pequeña holandesa Khedira, Higuaín y Carvalho, que acabó empujando al argentino y este anotó con la rodilla.

Con el marcador a favor, el análisis ganó un punto de crítica: demasiados intentos, muchos de ellos desde media distancia, para un solo acierto. Pero a pesar de las intermitentes concesiones al Ajax, el marcador era incontestable y el partido iba solo en una dirección. Los cinco primeros hombres del dibujo de Mourinho eran meros espectadores. Xabi Alonso se bastaba en el mediocentro, Özil también marcaba territorio en la mediapunta. Cristiano y Di María labraban las bandas e Higuaín vivía a escasos metros de la portería del Ajax.

El descanso llegó por inercia, con los holandeses respirando en campo contrario porque al Real Madrid le dio por levantar un poco el pie. Si existía algo de incertidumbre en ese momento, era a causa de la escasa diferencia en el marcador y del desacierto de los madridistas de cara al gol.

Regresó el partido con un Ajax de brazos caídos, inestable y blando, que concedía oportunidades incluso a partir de un saque de esquina favorable. En siete minutos, otros tantos disparos a puerta por parte de los locales, que ya jugaban presa de los nervios a causa de su falta de puntería.

La duda se cernía en conocer el autor del dos a cero. Sin embargo, al fijar la vista, se podían apreciar ciertos detalles de mal gusto en el partido. Por una parte, el Ajax era incapaz de encadenar dos pases consecutivos. Por otra, el Real Madrid descartaba esa opción. Los futbolistas blancos apostaban por sí mismos, fusilaban al gato de siete vidas Stekelenburg y, como consecuencia, nada cambiaba.

En la última media hora, Jol movió ficha para aparentar. Özil, único adalid del fútbol combinativo, se asoció con Di María y, tras un primer intento, donó el 2-0 a Higuaín. Cundió el ejemplo y, como inoportuna excepción, Emanuelson envió al larguero en una doble oportunidad ante Casillas. El Madrid continuó a lo suyo.

Mourinho utilizó los últimos diez minutos a entrenar variantes tácticas. Dio entrada a Pedro León por Di María para pintar un 1-4-3-3 cuyos efectos fueron casi imperceptibles, salvo en el modo de creación de juego, más abierto. Pero el partido ya era historia.