Bronce para «Purito» Rodríguez en el triunfo de Evans

Benito Urraburu

DEPORTES

El australiano se hizo con el oro al escaparse del grupo de cabeza. El ruso Kolobnev logró la medalla de plata

28 sep 2009 . Actualizado a las 09:39 h.

«No he podido ni disputar el esprint. Cuando me he ido con Kolobnev me han dicho que le diese relevos, que colaborase con él, que por detrás no llegaban. Le he comentado a De Santos que iba muerto». Joaquín Rodríguez, un peso pluma del ciclismo, un corredor menudo, explicaba lo que había pasado en esos últimos kilómetros en los que terminó por decidirse el título mundial que se llevó el australiano Cadel Evans.

Una victoria histórica, puesto que es la segunda medalla que consigue Australia en todos los mundiales que se han disputado y la primera de oro. La otra, de plata, fue para Robbie McEwen en el 2002, en el circuito de Zolder en el que se impuso Mario Cipollini.

Evans contó en esta ocasión con la colaboración de sus compañeros de equipo. Australia nunca ha sido una selección que ha funcionado como grupo. Tienen buenos ciclistas, pero cada uno hace la guerra por su cuenta. Hasta este domingo, que se comportaron.

Llegó besando su anillo de casado, que lleva colgando al cuello. El único corredor que fue capaz de abrir hueco en los momentos decisivos fue Evans. Quedaban tres kilómetros de un Mundial marcado por dos largas fugas de las que salieron dos medallas. Evans formaba parte de un grupo en el que estaban Cancellara, Breschel, Kolobnev, Joaquín Rodríguez, Valverde, Samuel Sánchez, Cunego y el belga Philippe Gilbert. Fabián Cancellara ya había probado a falta de diez kilómetros para desmembrar lo poco que quedaba en pie del Mundial. Primero fue capaz de meterse en el grupo de los mejores, luego de atacar tanto subiendo como bajando. Hasta Samuel Sánchez tuvo problemas para seguirle.

Sabía el triple campeón mundial contrarreloj que no podía esperar a la llegada, que había corredores más rápidos que él. Valverde estaba pegado a Cunego y Samuel Sánchez, a Cancellara. Los cuatro se quedaron fuera de la lucha por las medallas.

El que atacó fue Alexandr Kolobnev, un ruso incombustible, que ya había sido segundo en el Mundial de Stuttgart del 2007, una lapa de ciclista, de los que se pegan y no terminan por soltarse nunca. Joaquín Rodríguez, que llevaba una paliza de cien kilómetros encima, es un ciclista vivo, listo en carrera, intuitivo. Se pegó a Kolobnev, al que apenas dio relevos. Parecía en principio una cuestión táctica. La realidad, según confesaba él mismo, es «que iba muerto».