El español es un prodigio, pero sus lesiones siembran dudas sobre la duración de su carrera en vísperas de Wimbledon
19 jun 2009 . Actualizado a las 11:08 h.El físico de Rafa Nadal ha sido noticia desde que irrumpió imberbe en el circuito. Fuerte, resistente y combativo, recién llegado a la mayoría de edad ganó en Sopot su primer título, y desde entonces el calendario y su forma de jugar han castigado su cuerpo. Cinco años después, sus lesiones no dejan de ser noticia. Hasta alimentar dudas sobre la duración de su carrera. A tres días del inicio de Wimbledon, el mallorquín disputó ayer (y perdió) un partido de exhibición con Hewitt. Hoy le espera Wawrinka. Porque no compite desde que cayó con Soderling en París un partido que luego se supo que jugó mermado ya en sus rodillas.
Los problemas de Nadal comenzaron ya en el 2005. Tras su primera temporada triunfal, paró cuatro meses y se perdió la Copa Masters y el Open de Australia por una tendinitis en la rodilla izquierda y una artritis en el pie. Después, unas plantillas paliaron el problema. Dos años después, de nuevo tocado en los pies, su entrenador, Toni Nadal, alarmó: «Ha de aprender a convivir con esta lesión y ya hace dos años que convive. Es una lesión grave, muy grave, pero no sé si llega a peligrar su carrera». Luego, el jugador lo desmintió. Pero los problemas no lo abandonan.
Ofreció una inolvidable racha en el 2008: con victorias en Montecarlo, Barcelona, Hamburgo, Roland Garros, Queen's, Wimbledon, Toronto y los Juegos de Pekín. Luego llegaron los problemas, casi continuos. Se retiró en París Bercy tras dolerse de una tendinitis en la rodilla derecha, y se perdió la Copa Masters de Shanghái y la final de la Davis. Ya en el 2009, llegó justo de preparación a Australia, pero se hizo con el título después de otra exhibición de juego y aguante físico. Otra vez su arma y su castigo. Después de ganar a Fernando Verdasco en las semifinales, en el partido más largo de la historia del torneo, superó en una maratoniana final a Federer. Antes de saltar a la pista, en el calentamiento, se mareó y sintió problemas en un gemelo. Entonces, para motivarlo, su tío lo arengó con el eslogan electoral de Barak Obama. «Le repetí mil veces el mensaje 'yes, we can' porque, si alguien puede hacer realidad ese mensaje, ese es Rafael», explicó después su entrenador.
Unos días de descanso, y reapareció en Róterdam, donde terminó cojeando en la final frente a Murray. Luego se borró del torneo de Dubái por molestias en la rodilla. Esa misma articulación lo incordia durante Roland Garros. Así llega a Wimbledon el número uno.