Una corona para el Rey James

José M. Fernández

DEPORTES

La NBA elegirá como «mvp» de la Liga al jugador más eficiente de la competición y la estrella que ha llevado a Cleveland a su mejor marca histórica

24 abr 2009 . Actualizado a las 00:18 h.

Por fin va a tener su reconocimiento. Seis años después de llegar a la NBA, LeBron James (Akron, 1984) está a punto de recoger su primer galardón como mejor jugador de la NBA. Desde bastante antes de la definitiva retirada de Michael Jordan, en el 2003, la NBA busca desesperadamente a su heredero. Iverson, Hill, Carter, McGrady? uno a uno todos se han estrellado contra el mito imposible. Kobe se ha acercado, pero sus triunfos aparecerán siempre ligados a otra figura, Shaquille O'Neal en el pasado y, quizá, Pau Gasol en el futuro.

Ahora es el turno de LeBron James, un portento físico que en cuatro años transformó al peor equipo de la Liga, Cleveland, en finalista y campeón de la fase regular en seis. Un hito atribuible al jugador que Sport Ilustrated definió ya en el 2002, cuando todavía jugaba en el instituto, como El Elegido .

Magic, Jordan y Kobe

«Dicen que paso como Magic y anoto como Kobe. Yo digo que también salto como Jordan», aseguraba LeBron entonces antes incluso de aterrizar en la NBA, cuando sus partidos de instituto concitaban la atención de la televisión nacional.

«Para ser mejor tendré que trabajar, pero no mucho», sostenía el arrogante James, un portento físico que creció en Akron (Ohio) sin padre y con una madre, Gloria, de 16 años. Ahora, Gloria asiste a los partidos de su hijo con una camiseta en cuya parte posterior puede leerse: «Mamá de LeBron». La letra pequeña podría incluir también el nombre de sus nietos (LeBron júnior y Bryce Maximus) o el aval haber engendrado al menor de 25 años con más ingresos del mundo. Solo en publicidad, el icono de Nike gana al año unos 30 millones de euros; por jugar, unos 12. Bastante menos de lo que le espera a partir del 2010, cuando finalice su actual contrato.

Para algunos era solo una cuestión de tiempo que un imponente físico se convirtiera en jugador llamado a marcar una época. La sensación de superioridad le hace diferente a cualquier otro. Ya es el más joven en llegar a los 12.000 puntos en la NBA, donde acapara de triple dobles (más de dos dígitos en tres apartados estadísticos), pero los más puristas cuestionan las cualidades de un excepcional atleta obsesionado por el márketing y la autopromoción.

LeBron no entiende el juego como el Jordan que quiere ser, aunque ha mejorado en la medida que lo ha hecho su equipo. Precisamente en la temporada en que los rumores han querido colocarle en una franquicia con mayor eco mediático, como Nueva York, los Cavaliers han dado un paso adelante. A su fiereza habitual han añadido el halo de invulnerabilidad del Quicken Loans Arena, una cancha en la que solo los Lakers han ganado como visitantes.

Segundo anotador

LeBron no ha sido el máximo anotador de la Liga (le ha superado Wade), pero ha sumado siempre y en todos los apartados. Es el jugador más eficiente de la NBA (30,8), lo que traducido le convierte en el mejor de la temporada: 28,4 puntos, 7,6 rebotes y 7,2 asistencias. Un todoterreno que cimenta el trabajo defensivo de los veteranos Ilgauskas y Wallace y ofrece la tranquilidad necesaria para que Mo Williams, su gran incorporación del pasado verano, despliegue su potencial ofensivo.

Ahora LeBron es la esperanza de que Cleveland vuelva a celebrar un título, algo que no sucede desde 1964, cuando los Browns se hicieron con el del fútbol americano. La Conferencia Este tiene un nuevo rey. En Cleveland o en Nueva York. Aunque posiblemente siga careciendo del reconocimiento que tuvo Jordan, el carisma de Magic o la clase de Kobe.