Para el balón parado, Bossa Nova

DEPORTES

El centrocampista del Bergantiños Juan Manuel Pena, «Bossa», convirtió ante el Lemos tres goles de estrategia, y ya lleva seis de falta directa este curso en Preferente

24 mar 2009 . Actualizado a las 08:49 h.

Poco sospechaba la señora Encarnación cuando, desde la puerta de su bar Bossa Nova, veía a sus dos nietos Daniel y Juan Manuel, darle al balón en los alrededores de la puerta de Carlos V y del puente de la Misericordia en Viveiro, que iban a dar tanto que hablar haciendo lo mismo en un campo de fútbol.

Daniel (41 años), ahora en el Xermade de Segunda Autonómica, jugó en el Racing de Ferrol y terminó siendo un mito en la Mariña lucense. Actualmente regenta, además, el bar familiar. El pequeño Juan Manuel (28 años) prepara sus oposiciones a policía nacional y deslumbra en el Bergantiños de Preferente por su capacidad de ejecutar los lanzamientos a balón parado, de la modalidad que sean. Ambos tomaron el nombre del bar como apodo futbolístico.

El domingo, ante el Lemos (0-4) Juan Manuel los hizo de todos los colores: en el minuto 24 marcó un penalti; en el 40, un libre directo desde treinta metros y en el 44, un gol olímpico. Sumó su undécimo tanto esta campaña, todos a balón parado (seis de ellos, de lanzamiento de falta).

Bossa ya apuntaba de pequeño. De la mano de Pablo Rodríguez (ex jugador del Racing y ahora en el Atlético Baleares) fue campeón gallego cadete con el Viveiro, junto a Rocha, con el que después se iría al Compos juvenil, recomendado por Maric. «En esas épocas, metía muchos más goles de falta, pero creo que tienen menos importancia porque ganábamos los partidos 15-0, 18-0...», explica el centrocampista del Bergantiños.

En Santiago pegó el estirón futbolístico y se mantuvo fiel media docena de años. Hasta que colaboró en el ascenso a Segunda División, categoría en la que no tuvo demasiada fortuna. Los problemas económicos del Compostela le obligaron a irse, buscó una bocanada de aire fresco en el Viveiro y después fichó por el Fuenlabrada. Después del convulso desembarco de un empresario burgalés que decidió despedir a toda la plantilla, regresó a Galicia y aterrizó en el Bergantiños.

La primera temporada, para olvidar. Cuatro entrenadores y un descenso desde Tercera División. Pero en las dos que lleva en Preferente, Bossa ha vuelto a imprimir ritmo al balón parado. Veinticuatro goles de estrategia en estos dos cursos le avalan. Según Bossa, no hay truco. Lo lleva en la sangre o, mejor dicho, en la bota. «En las faltas, suelo buscar el hueco por encima de la barrera, y lanzo fuerte y al palo. Si veo que el portero se mueve antes de tiempo, cambio la dirección, pero nunca disparo a romper», explica. «Los córneres, suelo sacarlos cerrados, aunque ante el Lemos me ayudó el viento, que soplaba bastante», continúa. «Y los penaltis, prefiero no decirlo. Solo que los lanzo todos iguales, al mismo sitio, muy ajustados», añade. Tanto, que son casi imparables, según relata. «Así como las faltas las ensayo poco (quizás alguna vez con Adriano y David Vidal), los viernes me quedo con Sambade (el portero del Bergantiños) y le digo: ''Te los voy a tirar por donde siempre'' y aún así, no hay manera», bromea.

Juan Manuel, satisfecho con su habilidad, que califica de «fuera de lo común», afirma que no se fija demasiado en los futbolistas profesionales porque prefiere mantenerse fiel a su estilo. A ritmo de Bossa.