Hay vicios que el Celta no abandona ni en las citas de trámite con independencia de quién se siente en el banquillo. Como en otras tardes, los vigueses salieron bien, tuvieron una renta de dos goles y se dejaron empatar. Como en sesiones precedentes se quedaron sin Diego Costa por una doble e ingenua amarilla y tuvieron que jugar 50 minutos con uno menos. Al final, lo que pudo ser una victoria plácida acabó en empate. Y gracias.
El Celta no llegó tarde al partido en esta ocasión. Salió mucho más metido que su rival y Perera se tomó el abrir el marcador como algo personal. Probó fortuna en dos ocasiones nada más ponerse el balón en juego y a la tercera hizo pleno. En una buena contra con centro de Núñez, el pacense solo tuvo que cabecear con precisión para abrir el partido y dar paso a los mejores minutos de los celestes, con continuas llegadas por las bandas y con Núñez fallando una clara oportunidad después de dejar bloqueados con un quiebro a los dos centrales.
Todo iba sobre ruedas hasta que a falta de tres minutos para el descanso Diego Costa hizo una de las suyas. Se autoexpulsó al ponerse delante de una barrera con una amarilla encima.
Con todo el segundo tiempo por delante, el Tenerife salió decidido a aprovechar su oportunidad, aunque fue el Celta quien volvió a dar primero. Esteban le detuvo un penalti a Nino y en la jugada siguiente Núñez cogió el balón en su área, sorteó a todos los rivales y marcó el segundo tanto.
Debería ser suficiente, pero este Celta hace aguas cuando defiende y en un balón dividido Sergio metió a los suyos en el partido y poco después Nino empató. La cosa incluso pudo ser peor, pero al menos los celestes salvaron un punto que debería certificar la permanencia matemática.