El balón halla sus vértices opuestos

DEPORTES

El escocés lleva más de veinte años en el United y es el técnico más laureado del mundo, y el israelí sustituyó a Mourinho en septiembre sin licencia para dirigir en la Premier

21 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La estrategia del partido más importante de Europa corre a cargo de dos tipos peculiares, situados en extremos alejados entre sí a más no poder. De un lado, el escocés Alex Ferguson (Glasgow, 1941), más de veinte años y mil partidos en el Manchester United, el técnico más laureado del mundo; el jefe. Al otro, el israelí Avram Grant (Petah Tikva, 1955), con una hoja de servicios por completar, ex seleccionador de su país y director técnico del Chelsea hasta el despido de Mourinho, el pasado mes de septiembre; el amigo de Abramovich.

Ferguson es de los que las matan callando. Con ese aspecto de entrañable abuelete de rostro sonrojado, nadie diría que es el capo del Manchester en la historia moderna de los red devils. Su británica ironía no ha podido ocultar sus notables desencuentros con casi todos los estamentos del club, desde los dueños hasta las grandes estrellas mediáticas, a pesar de que todo el mundo sabe que podría controlar hasta la temperatura del agua de las duchas de Old Trafford. Formador de talentos y estratega inteligente, su palabra va a misa y tiene más influencia que Johan Cruyff en el Barcelona. Es más, ha conseguido situarse incluso por encima de polémicas investigaciones surgidas al margen de su labor de entrenador, como la gestión de un cotizadísimo semental, o los dudosos negocios de su hijo Darren.

Este escocés ostenta el título nobiliario de sir desde que ganó aquella Liga de Campeones al Bayern de Múnich en el memorable tiempo añadido de la final de Barcelona en 1999, pero su férreo carácter le viene de cuando se crió en el barrio de Govan, poblado de astilleros. Conserva desde entonces toda su irascibilidad, pero también su austeridad, a pesar de que ya son incalculables sus ingresos, y el gusto por la cerveza. La marca más famosa de Escocia le prometió abastecimiento de por vida si ganaba tres Ligas seguidas. Lo logró en el año 2001.

Grant, contra todo

A Avram Grant no lo tratan nada bien en Inglaterra. Ser el amigo de Roman Abramovich no le ayuda demasiado, es cierto, pero su extrema sobriedad en gestos y palabras tampoco contribuye a su popularidad. Ayer, cuando el responsable de la UEFA le preguntó antes de la conferencia de prensa cómo quería responder a los informadores, respondió: «¿Me puedo ir?».

La sombra de Mourinho es alargada para este israelí cuyo drama personal marcado por la persecución antisemita (amenazas de muerte incluidas) deja en anécdota cualquier otro tipo de obstáculo en su profesión, como cuando la Premier League no le daba la licencia para entrenar al Chelsea, a pesar de haber dirigido a los mejores equipos de Israel y a la propia selección de su país. Por eso, cuando su equipo se clasificó para la final de la Liga de Campeones, lo primero que hizo fue celebrar el día del Holocausto.

Casado con la humorista del absurdo Tzofit (de un estilo similar a Leo Bassi), Avram Grant era el intermediario entre Abramovich y el millonario uzbeko Lev Leviev en sus negocios futbolísticos en Israel. Su entrada en Inglaterra también fue avalada por el propietario del Portsmouth, el franco-ruso-israelí Alexandre Gaydamak. Era el director técnico del Chelsea cuando Mourinho fue despedido.

Entró en el vestuario con mano dura y tropezó en dos ocasiones desde entonces: la final de la Copa de la Liga y la eliminación de la Copa por un equipo de Segunda. Hay quien dice que está sentenciado. Aunque gane esta Champions.