Luque y Pandiani, a golpes

F. Pastor A CORUÑA

DEPORTES

El catalán y el uruguayo protagonizaron durante el partidillo de entrenamiento un conato de agresión sólo desbaratado por la rápida reacción de Joan Capdevila.

08 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Los jugadores del Deportivo Albert Luque y Walter Pandiani se pelearon durante el entrenamiento del equipo celebrado en Abegondo en la mañana de ayer. Un técnico gallego opinó en una ocasión que «el fútbol es un deporte complicado porque se practica con los pies, que es la parte del cuerpo más alejada de la cabeza». Abegondo es el lugar desde el que su teoría emprendió ayer el camino hacia el axioma. Cuanto más lejos del cerebro, peores son las consecuencias. En el entrenamiento matutino del Deportivo, Albert Luque y Walter Pandiani dirimieron por la vía rápida sus diferencias de criterio acerca del juego duro en el balompié contemporáneo. La sucesión patada-insulto-patada-crochet-directo se interrumpió gracias a la rápida reacción de Joan Capdevila, que decretó el fin del asalto sujetando con firmeza al bravo atacante catalán mientras el charrúa reculaba con mirada desafiante. Faltaban unos diez minutos para el final del partidillo (y, por tanto, del entrenamiento) cuando Luque realizó una primera entrada a Pandiani. La contundencia con la que se empleó el catalán no gustó nada al uruguayo, que así se lo hizo saber (visiblemente enfadado) a su colega. Tras varios minutos de agrio debate sobre el césped, la pachanga dejó de serlo en virtud de una segunda entrada (esta vez en el sentido Pandiani-Luque) que provocó una rápida y violenta reacción del interior deportivista, que soltó el brazo en dirección al charrúa, que intentó evitar y responder el golpe, algo que realmente evitó Joan Capdevila. El lateral izquierdo catalán surgió con agilidad, sujetó a Luque y lo apartó unos metros. Pandiani se mantenía a la expectativa, sin apartar la mirada de su compañero habitual en el ataque deportivista. Con un postrero rifirrafe de Luque con los informadores de los medios de comunicación, el episodio quedó en nada porque la sangre no llegó desde el vestuario al embalse y, como afirmó después el centrocampista Sergio, «en todas las profesiones suceden estas cosas». Además de insinuar que en cualquier trabajo los compañeros pueden llegar a golpearse en un momento dado porque «hasta la gente muy tranquila hay algún momento en el que se exalta», el catalán considera que, sin llegar a estos extremos, «esta intensidad es interesante y hasta bonita». Aún así, tampoco dudó en reconocer que «se trata de un momento de éxtasis, pero del malo». Por su parte, Pedro Munitis puso su experiencia al servicio de la explicación y recordó que él mismo había tenido «algo parecido» con Mauro Silva, con quien dijo llevarse «impresionante». «Los que estamos ahí dentro sabemos lo que puede pasar. Quizás sea por la intensidad con la que nos empleamos en los entrenamientos. La pachanga iba igualada y ninguno de nosotros quería perder», afirmó el cántabro buscando un razonamiento lógico a la pelea. A tenor de episodios como el sucedido en Abegondo y, teniendo en cuenta que los futbolistas pasan por ser un ejemplo para el comportamiento de los niños, quizás tiene razón el lateral argentino del Tenerife, Daniel Fagiani, que anteayer vinculaba directamente el gol con la testosterona y que sostiene que el fútbol es cuestión de género. Del género tonto.