-¿Cuáles son sus actores de referencia?
-Un referente enorme para mí es Javier Bardem, que es extraordinario no solo por lo que ha conseguido sino por la manera que tiene de transformarse. Del extranjero, admiro a actores como Tom Hardy, Shia LaBeouf, Joaquin Phoenix, Robert de Niro, Marlon Brando... Son actores que huyen todo el rato de su zona de confort. Te pueden gustar más o menos sus películas, pero arriesgan constantemente.
-¿Ese cambio de piel y de alma que se hace con los personajes trastoca el equilibrio mental algunas veces?
-Sí, los personajes de una manera u otra siempre te trastocan. Confieso que El practicante, mi largometraje anterior, de Carles Torras, me trastornó mucho. Para esa película adelgacé bastante y estuve dos meses en una silla de ruedas y eso, claro, te afecta. Si tu físico cambia, pero la verdad es que tu estado emocional también.
-Hay una escena, un primer plano, que puede suscitar curiosidad. Llora de forma muy auténtica. ¿En qué pensaba cuándo la hacía?
-El coach y el director habían grabado un audio con testimonios de toda mi familia y mis amigos. Era una canción y de fondo se escuchaba cómo cada uno iba diciendo su frase. No me lo esperaba. Cuando entré a rodar y oí lo que estaba sonando... Es una escena única.
-He leído que le gustaría dirigir.
-Sí, me gustaría. La verdad es que me apetecería algo que tirara al drama y al cine de autor. Una historia pequeña.
José Luis Losa
Esa imagen actual del cine español como remanso de aguas estancadas y películas de salón la vinieron a remover en este festival de Sitges dos obras que comparten una parecida naturaleza de apuesta por la acción convulsa y la huida hacia adelante. Y una cámara que sigue la frenética lucha por la supervivencia de sus protagonistas. Esa adrenalina habita en Baby -el intento de Juanma Bajo Ulloa por volver al territorio que le vio irrumpir como enfant terrible de nuestro cine hace más de veinte años- y No matarás, en la que Mario Casas sufre una montaña rusa de pesadilla la cual, en su arranque, parece querer remitir al After Hours de Scorsese que algún cráneo «previlegiado» rebautizó en España como Jo, qué noche.
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