Jimmy Vee: «Estar dentro de R2-D2 es como si te meten en un cubo de basura y cierran la tapa»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Vee ha trabajado en «Star Wars» y «Harry Potter» y en series como «Doctor Who»
Vee ha trabajado en «Star Wars» y «Harry Potter» y en series como «Doctor Who» marlén fueyo | metrópoli

El actor escocés que da vida al robot en la última trilogía de «Star Wars» explica que muchos movimientos son fruto del azar

04 ago 2019 . Actualizado a las 09:01 h.

Star Wars ha creado un buen montón de personajes que han traspasado la cultura pop para convertirse en icónicos. A pesar de su papel argumental secundario, RD-D2 es una de las criaturas de los más populares y entrañables de la saga galáctica, y nunca falta -a veces hasta más de uno en número- en los desfiles de los aficionados. En el festival Metrópoli de Gijón se pudieron ver varios robots, que se cruzaban camino con Jimmy Vee, el actor escocés de 1.12 metros de altura, nacido en 1959, que se ha metido en la carcasa de R2-D2 en la nueva trilogía.

-¿Qué se siente dentro de R2-D2?

-Conseguir el papel fue increíble. Estás interpretando a R2-D2, un icono. La gente te pregunta por ello, por cómo actúas, qué haces… y lo único que puedes decir es que es una de las cosas más increíbles a las que puedes aspirar, pero que una vez estás dentro es como si te metiesen en un cubo de la basura y cerrasen la tapa. Estás dentro, en silencio, hasta que alguien te dice al oído: «muévete un poco a la izquierda, otro poco a la derecha». Básicamente, te dejan en tu mundo. Oyes que algo sucede a tu alrededor, pero estás ahí en la oscuridad, sin poder ver nada, y a veces hasta te vas quedando dormido hasta que te dan una nueva orden [risas].

-Es increíble la expresividad que transmite en pantalla. Mejor que algunos actores de carne y hueso, solo con moverse y unos pitidos.

-Sí, le da vida, ¿verdad? Muchos movimientos no son por las órdenes que te dan, sino que ocurren por accidente. A veces me entra un picor y unas ganas increíbles rascarme. Yo no sé muy bien qué estoy haciendo, pero ese gesto se traduce en un movimiento determinado del robot, y lo están rodando. Te mueves para estar un poco más cómodo, pero como la película lo está registrando, ahí está en la película. El 60 % son movimientos accidentales, picores, una contractura, un estornudo, estiras la espalda...

-¿Cuál fue su primera reacción al verse en pantalla?

-Con los años vas viendo papeles y piensas que los podrías haber hecho tú, y de repente, un día, te ves a ti mismo en ese papel. Y te das cuenta de que es un mundo muy distinto. Una de las mejores cosas que han salido de ese universo es un androide icónico y piensas, Dios, tengo que mantener el nivel, que esto lleva ya cuarenta años. Pero hasta ahora no ha ido mal.

-Kenny Baker, el RD-D2 original, le daría algún consejo.

-Sí, Kenny y yo trabajamos juntos en un montón de películas. Solíamos hablar de películas, series, distintos temas. Cómo hacer algunos movimientos, cosas así. Aunque desde dentro no lo veas, en el exterior es diferente. A lo mejor te mueves unos milímetros nada más, pero fuera se nota. No tienes que hacer nada, porque el mínimo movimiento ya se nota. Kenny me aconsejó que no forzase las cosas.

-¿Cómo es su relación con Anthony Daniels, C-3PO?

-Había oído historias sobre él, esto y lo otro, pero desde el primer día fue genial. Su caravana estaba a unos pocos metros de la nuestra y por la mañana se acercaba a preguntar si quería un té o si necesitaba algo. En las pausas del rodaje siempre estábamos hablando, incluso cuando estábamos dentro de los androides, aunque yo no pudiese responderle, me contaba historias. Nos llevamos muy bien.

-¿A qué atribuye la pervivencia del universo «Star Wars»?

-No lo tengo muy claro. Tú has ido a verla de niño y ahora vas con tu hijo a ver las nuevas. Es gente como tú, que conoce ese universo, la que lleva a gente nueva a verla. Y les ponen las antiguas. Por alguna razón no parece que se vaya a acabar nunca. Si la saga se terminase mañana dentro de cincuenta años la gente seguiría hablando de Star Wars.

-¿Y qué piensa cuando se cruza con un R2-D2 en uno de estos festivales?

-¡Que gracias a Dios que estoy disfrutando del sol y no ahí metido otra vez! [risas]

«Estoy dentro del androide pero la gente me reconoce: es de locos»

Vee empezó su carrera como especialista: fue el doble de Warwick Davies en Willow y ha participado en la saga Harry Potter y en varios episodios de Doctor Who. Pese a estar en esa zona de sombra, la popularidad de Star Wars lo ha convertido en alguien reconocible, además de que tiene varias películas en cartel, sin maquillajes ni carcasas, como Rocketman, la biografía de Elton John. «Las puertas se están abriendo. Cruzo los dedos para que la gente siga viniendo a vernos», dice Vee, a quien ahora paran en los aeropuertos. «Sí, yo estoy dentro del androide y no me ves, pero en cuanto salgo por ahí la gente me reconoce. Es de locos. Una vez, el mes pasado, volvía de Alemania y estaba pasando el control y la máquina pitó y se acercó el guarda para comprobar mi bolsa. Y cuando la abre y ve unas fotos, exclama ‘‘Oh, Dios mío, ¡eres R2-D2!’’. Y todo se quedó en silencio. Yo le respondí: ‘‘Cállate la boca’’. Y él cerró la bolsa en silencio y se quedó paralizado», relata el actor.

-Le podía haber dicho: «Este no es el androide que buscas».

-[risas] Sí, podría haberlo dicho. Pero había un montón de gente mirándonos, esperando para pasar…

-Esta nueva trilogía se cierra con «The Rise of Skywalker». No podrá entrar en detalles, pero, en líneas generales, ¿qué podemos esperar de la película?

-Podéis esperar que se estrenará en diciembre [risas], que veréis a Mark Hammill en ella. No tengo duda de que saldrá R2-D2, aunque no puedo decir si yo estoy dentro o no, porque a veces hay escenas en las que el androide funciona de forma autónoma y no me necesitan. Pero no hay nada más que pueda decir sobre la cuestión.

-¿Al menos atará cabos sueltos de la historia?

-Pues no lo sé. Espero que continúe, se habla de que se seguirán haciendo más películas, quizá otra trilogía, pero ahora mismo nadie sabe qué va a pasar.