Adolescentes contra el odio en las redes

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

ANGEL MANSO

El proyecto de Google Somos Más trajo a Galicia a la «youtuber» Andrea Compton y el cantante Rayden para reflexionar con jóvenes sobre la radicalización en Internet

26 abr 2018 . Actualizado a las 15:57 h.

Se buscan activistas contra el odio. Razón: Somos Más. Así se llama el proyecto impulsado por Google que persigue plantarle cara a la radicalización que fluye en las redes sociales. «Hay que responder siempre a las personas que promueven mensajes machistas, racistas u homófobos para que la siguiente vez que los quieran lanzar se lo piensen», explica Cristina Moure. Estudia 1.º de Bachillerato en el Colegio Salesiano Juan Bosco de A Coruña. Forma parte de ese activismo digital. Persigue neutralizar el veneno que fluye por Twitter, Facebook y, por supuesto, la vida real.

Esta estudiante es una de las 20 personas participantes en un taller que remueve conciencias. Se trata de la última fase del trabajo que lleva tres meses desarrollándose en el centro. Participan dos ídolos juveniles: la youtuber Andrea Compton y el cantante Rayden. Ambos agitan con los chicos unos problemas sociales que muchos sufren en primera persona. Jerso de 4.º de la ESO, por ejemplo, tuvo que soportar cómo lo ridiculizaban por supuestamente haber llegado en patera «¡desde Colombia!», se ríe. «Cuando vine, recibía insultos como ‘panchito de mierda‘. Era pequeño no sabía qué contestar. Ahora me ofendería. Se ve en las redes, pero también en el día a día».

Partiendo de noticias publicadas en prensa, en las mesas aparecen vejaciones por cuestión de raza, violencia homófoba o bullying. Pronto un tema sobresale: el machismo. En cuanto se ponen en voz alta las conclusiones, se constatan los cambios experimentados. Uno de los profesores del explica que hace dos años se tildaba de femininazis a las chicas que planteaban estos debates. Ahora se encuentran con aliados: adolescentes varones que se autodefinen como feministas. «Yo creo que hay una masa feminista que se va a comer a la machista en los próximo años», predice uno de los chavales. 

Sin autocomplacencia

En paralelo a esta experiencia coruñesa se llevan a cabo otras similares en el colegio Divina Pastora de Lugo, María Auxiliadora Salesianos de Ourense y el Centro Abertal de Vigo. En ellas se evita caer en la comodidad. «¿Cuántos de vosotros ayudáis a vuestra madre en casa?», pregunta Rayden. Manos en alto. «Eso es machismo», les expone. Los chicos dibujan una mueca de extrañeza. «Tenéis que hacer vuestro trabajo en casa, porque es vuestro, no de vuestra madre», dice.

Estos jóvenes se sienten, en cierto modo, orgullosos protagonistas de la generación que puede virar el rumbo de la sociedad. Hablan de patriarcado y el techo de cristal. «Si nosotros cambiamos, nuestros hijos nacerán con eso y no habrá vuelta atrás», asegura una de las participantes. Consideran que es necesario educar. Desde de las propias palabras («la gente confunde el feminismo con el hembrismo») hasta los sinsentidos expuestos como un bofetón: «A las mujeres se les educa para no ser violadas, pero a los hombres no se les educa para violar. Algo falla».

¿Por qué existiendo tanta conciencia brotan, sin embargo, nuevas hierbas machistas juveniles? «Ves como el trap y el reguetón pone en los vídeos a las mujeres como algo inferior», subraya una chica. «Cuando en la primera frase ya oigo 'puta' me entra un sarpullido -opina Rayden-. Os ha tocado la música más chunga para la equidad. El punk era agresivo, pero no buscaba denigrar a la mujer». Pero, como siempre, llega la vuelta de tuerca. La da Andrea: «Hay mucho de racismo en el que solo odia el reguetón por ser machista. ¿Por qué todos se centran todos ahí y no en otras canciones igual de machistas?».

El odio serpentea mostrando diferentes caras, a veces contradictorias. Pero existe una actitud ante ello nueva. Lo corrobora Andrea: «Antes la palabra acoso o bullying no existía y ahora sí. Yo no cumplía con los estándares de belleza y pensaba: "Lógico, soy gorda y es normal que se metan conmigo"».