«Escuchar es un acto subversivo, una herramienta de resistencia y cambio»

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

XOAN A. SOLER

Curtocircuíto invitó a Toop a exponer en una conferencia y un taller sus ideas sobre el poder sensorial del oído

07 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas personas han reflexionado sobre los fenómenos sonoros, desde la teoría y la práctica, como David Toop (Londres, 1949). Ensayista e intérprete, principalmente, su trayectoria se inició a finales de la década de los sesenta y ha mantenido como norte de su brújula un afán constante de interrogación, de cuestionamiento, que se ha concretado en libros tan influyentes como el pionero The Rap Attack, Océano de sonido y Una resonancia siniestra. Precisamente la traducción al español de este último dio título a la conferencia que pronunció ayer en Santiago en el marco del festival Curtocircuíto. Una presencia que continúa hoy con su taller Escuchar es intimidad. Al tratarse de una cita cinematográfica, Toop ha buscado un enfoque de «conexión entre lo visual y el mundo auditivo», para, como es costumbre en él, «darle una vuelta».

-Un profesor me dijo que era fácil saber si un actor era bueno: no había que fijarse en cómo hablaba, sino en cómo escuchaba.

-Sí, es completamente cierto. La calidad de la escucha es la base de todas estas manifestaciones artísticas, como el teatro. La calidad de la escucha es central en la idea de la música: una música que no se puede escuchar puede parecer una paradoja, pero hay bastante de ello. Y escuchar ahora es casi un acto subversivo. Pensemos en cómo escuchar ha sido tan devaluado en política, como si fuese una señal de debilidad. Todo se lanza, se dispara. No hay espacio para escuchar.

-Usted califica el acto de escuchar como una herramienta de resistencia y para el cambio.

-Sí, porque para escuchar hay que ser abierto. Hay que estar preparado para cambiar tus ideas, tu punto de vista, abrir tu cuerpo. En todo esto se percibe vulnerabilidad o debilidad. Pero sí, creo que es importante. Ya lo creía antes, pero por razones algo distintas. Es una forma de interactuar con el mundo que se ha devaluado. Ahora lo creo por razones más urgentes, por esta falta de escucha que ha caído sobre nosotros como una plaga.

-Pero también puede ser un arma en las manos equivocadas. Ahí tenemos las escuchas telefónicas, el espionaje masivo de correos electrónicos...

-Escuchan, pero de una forma perversa y cruda. Si retrocedes al espionaje en la Guerra Fría, como se ve en la película La vida de los otros, en la Alemania oriental, compruebas que en realidad no escuchaban. Oían lo que querían oír. En ese sentido, era una perversión completa. Y creo que ahora paso algo igual. No puedes referirte al hackeo como una escucha. Es una especie de invasión y hay un paralelismo con escuchar, lo cual me parece interesante, porque permites que el sonido de otros entre en tu cuerpo, y otros seres forman parte de ti, metafóricamente hablando. La sensación de intimidad se está volviendo cada vez más distorsionada, y en parte es algo voluntario, renunciamos a nuestra privacidad por razones complejas.

-A largo plazo cambian los contextos y las convenciones. Telemann compuso la «Tafelmusik» para acompañar banquetes, pero ahora se interpreta en salas de conciertos donde te miran mal si aplaudes entre movimientos.

-Sí, en cierto modo se ha arrastrado a la música clásica, se ha sacado de sus contextos a una situación muy diferente. Es algo que busco cuando me planteo las actuaciones, tratar de escapar de las convenciones. Pero no se trata solo de la música, a la forma en que intercambiamos nuestras ideas le pasa algo parecido. Una conferencia tiene el mismo formato. Así que intento hacer cosas que minan este formato de alguna forma, lo distorsione, subvierta las expectativas. Es una búsqueda constante. Tiene usted razón. Son cambios que son demasiado largos para la escala humana, así que muy difícil revertir este proceso. Todo lo que hacemos es pequeño, sin sentido, pero tienes que hacerlo.

«La improvisación te permite poner en cuestión cosas dominantes»

Cuando todavía se consideraba el rap una moda pasajera, Toop publicó en 1984 The Rap Attack, un revelador ensayo que no solo documentaba la génesis de este estilo musical, sino que de alguna forma vaticinaba su futura capacidad de influencia.

-¿Qué le atrajo del rap?

-Siempre he sido un entusiasta de la música afroamericana, ya desde mi adolescencia en la década de los sesenta. Cuando escuché hip-hop por primera vez a comienzos de los ochenta entendí algo de dónde venía esta música. Me fascinaba que fuese una cultura, algo a nivel de calle, con una conexión con el baile, el grafiti, una cierta poesía y una forma nueva de hacer música con platos. También conectaba con mi historia personal. Entonces quería hacer otra cosa en mi vida. Estaba cansado de ser un músico pobre y decidí hacer algunos cambios, como escribir un libro. Pensé que el hip-hop tenía una gran historia que contar.

-El rap pasó de ser algo subversivo a ser absorbido por el sistema, al igual que el rock o el punk. ¿Cada generación tiene que hallar su propia expresión?

-Es un debate cíclico. Desde que tenía 19 años he estado metido en la improvisación, algo tan marginal que nunca ha estimulado el suficiente interés para ser absorbido de esta forma. Hay quien dice que por esto mismo es irrelevante. Pero todavía existe. Llevo tocando esta música desde 1969, es mucho tiempo. No le interesa a las compañías de discos ni a los publicitarios. Sigo con esta forma de música que no le interesa a demasiada gente. Te permite cuestionar muchas cosas dominantes en la sociedad y su organización. No puedes esperar esa popularidad, pero de alguna forma también es una ventaja, porque sigues, y sigues y sigues, y nadie es capaz de devaluar esta música para usarla en un anuncio o en un desfile de moda.