Dudar para perfeccionar la lengua

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El Instituto Cervantes publica «Las 500 dudas más frecuentes del español», un práctico compendio de soluciones para resolver las incertezas del hablante

17 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, se esfuerza estos días en eliminar el dramatismo del discurso con que el año pasado justificó la oportunidad de la publicación de El buen uso del español -más de 15.000 copias vendidas, ¡todo un best seller!- y virarlo hacia un mensaje positivo en plena campaña de presentación de Las 500 dudas más frecuentes del español, que el Cervantes y el sello Espasa acaban de poner en las librerías como una prolongación de aquel primero y que tiene como fundamento que el ciudadano de a pie hable y escriba mejor el español.

Y le ha salido un aliado perfecto en Florentino Paredes -coordinador del texto en que también trabajaron Salvador Álvaro García y Luna Paredes Zurdo-. «Yo no creo que hablemos un español zarrapastroso», afirma para admitir que sí se tiende a abusar más del coloquialismo, «a manejar un habla de andar por casa». Paredes explica que hoy «es posible oír en sede parlamentaria cosas imposibles hace años», y eso no es bueno, razona, porque «empobrece la lengua; también en los medios de comunicación sucede». La intención de hacerlo más próximo, cercano a la gente -advierte- no es un argumento suficiente. Evitar este tipo de errores, resolverlos, cuidar el lenguaje, adecuarlo a la situación en que se emplea son algunos de los objetivos de Las 500...

«¿Qué es eso de que un diputado replique a otro: ??Me está usted rayando??? ¿O que recurra al insulto?». El doctor en Filología Hispánica sí cree que se debe luchar contra la trivialización que supone que sus señorías utilicen un argot juvenil en la Cámara o los contertulios, el taco permanente en las televisiones. «El propio lenguaje se trivializa, pierde su función, y el taco olvida su fuerza, porque hasta el taco tiene su justificación, es un recurso, y hasta los académicos lo usan», aduce. Pero debe erradicarse -insiste- su empleo reincidente, como si el cabreo fuese sistemático, todos gritando, y la indignación perenne. «Lo que hay que promover es la expresión serena del pensamiento, ya sea en las televisiones o donde fuere».

Con esta filosofía en mente, el equipo de Paredes hizo una labor de investigación previa para localizar las dudas más habituales del hablante, recurrió a las webs y los servicios de consultas lingüísticas de la Academia, el Instituto Cervantes, las universidades o la Fundéu, y los diccionarios de dudas. El libro, así, fundamentalmente, analiza el habla, tratando de aclarar las incertezas, los problemas recurrentes. La gramática, claro, es el eje del volumen, se lleva la palma con 210 de las 500 dudas.

Como García de la Concha, Paredes recomienda lectura para superar las dudas, para afianzar los usos del idioma. Entiende que las nuevas tecnologías, con sus exigencias de brevedad y rapidez, hacen daño al lenguaje, como la presión fortísima del inglés -también asociada a las tecnologías-, pero lo que más perjudica a su entender el cuidado de la lengua es la falta de lectura, y de escritura. Y ahí, más allá de la familia, está el papel de la escuela, que, apunta, adolece de escaso poder motivador hacia los libros fijando lecturas en el currículo que funcionan más como inhibidores. El profesor cree que hay que hacer un esfuerzo importante en adaptar las lecturas a la edad del escolar, ya que «de la media de 20 libros leídos anualmente hasta los 12-14 años se pasa al abandono en la adolescencia. O se ponen lecturas infantiles o inabordables de tan complejas. No se puede pretender que un niño de 12 años lea el Quijote sin ayuda. Lo que hay que hacer es suscitarles el interés para que puedan leerlo en el futuro».

En todo caso, objeta Paredes, la duda es algo natural y no debe ocultarse. Dudar es el camino para perfeccionar el habla -asegura-, y ahí es donde entra su libro. «No debemos avergonzarnos por lo que puedan pensar de nosotros, porque además el idioma se aprende a salto de mata, primero de la madre y luego en la escuela, y es normal que surjan dudas a cada paso, ya que la lengua vive en permanente cambio», concluye.