Elizabeth Abalo y Gonzalo Alonso: «A veces un pequeño gesto en el espacio público, una acera, un árbol, repercute más que un edificio grande infrautilizado»

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto LA VOZ / REDACCIÓN

CULTURA

08 ene 2013 . Actualizado a las 16:23 h.

Desde su estudio de Santiago han firmado proyectos notables como la rehabilitación da plaza de San Clemente (Santiago), el centro de salud de A Covada (Oleiros), el Hotel Moure (Santiago) o la escuela infantil del campus de Ourense. Elizabeth Abalo y Gonzalo Alonso empezaron a trabajar a finales de los 90, así que han vivido en primera persona la evolución de la profesión en la última década.

¿Qué ha cambiado?

La interdisciplinariedad. Los arquitectos, incluso en proyectos pequeños, cada vez trabajamos con más gente: ingenieros, sociólogos, abogados.... Antes un estudio de arquitectura era más jerárquico, con un arquitecto jefe, delineantes y una secretaria. Ahora son grandes empresas, o células interrelacionadas que a veces se asocian con otros arquitectos, con ingenieros, con diseñadores? La especialización. Cada vez aparecen más especialidades. Antes el arquitecto lo hacía casi todo, salvo quizás las instalaciones o algún cálculo estructural complejo. Ahora, un estudio pequeño como el nuestro ya trabaja con arquitectos o ingenieros especialistas en estructuras, instalaciones mecánicas, de agua o eléctricas, pero también en optimización de fachadas energéticas o diseño de mobiliario. Es decir, todavía quedan generalistas pero cada vez hay más especialistas.

La crisis actual, ¿no podría considerarse como el último coletazo del manido efecto Guggenheim?

Es posible, pero de la parte perversa de dicho efecto, aquella que sin más análisis confiaba en que un edificio, por el hecho de estar firmado por un arquitecto de prestigio, ya iba a revolucionar una ciudad. Por nuestros estudios en Navarra tuvimos cierta relación con Bilbao. Algunos de nuestros compañeros de clase empezaron trabajando en el desarrollo del proyecto del nuseo y después en la obra. Nosotros mismos trabajábamos en el estudio de Mangado cuando fuimos finalistas del concurso internacional para la ordenación de Abandoibarra, que incluía el entorno del museo. Y hubo más proyectos. La operación fue más compleja que un edificio icónico, aunque éste, efectivamente, actuase de punta de lanza. Y todo eso no lo tuvieron en cuenta muchas de las ciudades que vinieron después. En la mayoría de los casos no había análisis económicos, sociales, urbanísticos, etc hechos con el mínimo rigor; y así les fue.

Hay quienes dicen (y ya han sido varios los arquitectos) que la crisis «ha venido bien», que ha supuesto una criba de calidad. ¿Estáis de acuerdo?

Si. Todo valía con tal de que generase negocio, aunque se vendiese como progreso, o bienestar, o cualquier otra excusa.

Uno de los términos que más han sonado en la última década es «sostenibilidad». ¿Qué os dice a vosotros esa palabra, que para algunos ya es como un mantra?

Está bien que se haya colado en el debate colectivo, pero siempre desde un punto de vista transversal. Los avances técnicos de los últimos años nos habían hecho olvidar ciertas cosas que tienen que ver con el sentido común: la buena orientación, la ventilación natural?

La escuela infantil del campus de Ourense destaca por su levedad y por como mantiene la cota pese a la irregularidad del terreno. Siempre hay que tener en cuenta el lugar, ¿no?

Desde luego, pero no solo desde el punto de vista meramente físico. Como en cualquier conversación con otra persona, a veces nuestro pensamiento parece el mismo, otras discrepamos, pero siempre desde el respeto.

Además está el uso de la madera como cierre: parece que va cambiado la percepción respecto al uso de este material por parte de la sociedad y muchos arquitectos empiezan a apostar por él.

En nuestra época de estudiantes prácticamente no se utilizaba la madera. Cuando volvimos a Galicia, y puede que gracias a nuestros primeros trabajos en rehabilitación, descubrimos un material muy interesante, no sólo en revestimientos sino también en estructura, cerramientos, carpintería tanto interior como exterior? Es verdad que también se ha avanzado mucho en el control y tratamientos del material, y no se le exigen acabados más propios del aluminio, caso de carpinterías, o de los plásticos, caso de los revestimientos. Se valoran más sus fortalezas que sus posibles inconvenientes.

La rehabilitación de la plaza de San Clemente, en Santiago, ha obtenido numerosos reconocimientos. ¿Hace falta actuar más en espacios de este tipo, incluso a pequeña escala, en vez de buscar hitos edificatorios?

Si, y en este caso Santiago sigue estando en vanguardia. En estos momentos estamos trabajando en otro programa similar, con otros equipos, de reflexión conjunta más extensa y propuestas concretas más reducidas. A veces un pequeño gesto en el espacio público, una acera que se amplia, un banco bien colocado, un árbol, repercute más en el entorno y en la vida cotidiana de las personas que un edificio grande infrautilizado.

En Galicia siempre ha habido una dicotomía entre lo rural y lo urbano. Cuando se hablaba de feísmo a menudo se hacía referencia al primer entorno. Pero las ciudades están necesitadas de ordenación y limpieza estética, y salvo casos puntuales como Santiago, no se ha prestado mucha atención a este apartado.

Por desgracia se ha reducido el feísmo a una cuestión estética de reciclaje de somieres como cierres de fincas o bañeras como abrevaderos. Pero es mucho más grave la situación de algunos municipios costeros. Su reparación no solo llevará años, sino que consumirá muchos recursos.

Hay un proyecto paradigmático de la relación entre arquitecto y sociedad, entre las necesidades de la gente y la respuesta que da un profesional a un encargo que se le plantea. Me refiero al cementerio de Fisterra, de César Portela. ¿Cuál es vuestra opinión?

Hemos visitado la obra en un par de ocasiones, y la solemos recomendar. Pero desconocemos otros aspectos. Quizás esta es, a veces, una de nuestras dificultades, y hablo de los arquitectos en general. Nuestro interlocutor es uno, pero habla en nombre de otros; y puede que ese uno ni siquiera sea el usuario final

¿Que aspectos van a definir la arquitectura de los próximos diez años?

La internacionalización. Ya somos muchos no solo los estudios presentándonos a concursos fuera, sino arquitectos emigrando. Ello conllevará, sin duda, una influencia mutua con otras «arquitecturas». La rehabilitación. Pero no sólo entendida como hasta ahora, en relación al patrimonio histórico, sino prácticamente a cualquier inmueble construido. Edificios del siglo pasado con carencias energéticas o de accesibilidad, mejoras del espacio público, reutilización de edificios con otros usos?