Un tránsfuga del pesimismo

La Voz

CULTURA

30 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Es un hombre del norte de Europa felizmente instalado en el sur y que reniega de las supuestas bondades de su país. «El norte de Europa no tiene nada que enseñaros. Ya hay suficiente eficiencia en el mundo, así que lo que hay que hacer es ir más despacio, de manera más amable, relacionarse más con tu familia y tus vecinos», decía a Efe en su reciente visita a San Sebastián, Aki Kaurismäki (Orimattila, Finlandia, 1957). El cinismo, el pesimismo y la seca ironía que caracterizan su estilo, ayudados por el vino y la cerveza, hacen que de su boca salgan las verdades como disparos: «Afortunadamente, no tengo ningún talento. Digamos que en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey y nací en un tiempo en el que las otras películas son todavía peores que las mías. Eso te lo dice el director que hay dentro de mí. Mi parte de productor te recomienda ir a ver mis películas y arrastrar a toda tu familia para que os dejéis el dinero en la taquilla».

Director como su hermano, Mika Kaurismäki, es el principal representante de la cinematografía finlandesa y ha alcanzado prestigio mundial. Su estilo oscila entre el optimismo de Un hombre sin pasado (2002), premiada en Cannes y candidata al Óscar a la mejor película extranjera, y Luces al atardecer (2006), que define como la más triste de su vida. Ahora, con Le Havre, entra en una nueva etapa. «He visto ya demasiado y la mayor parte ha sido miseria», asegura. Por eso ha decidido optar por los finales felices.