Una tortuga marina gigante en Oleiros

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO OLEIROS

OLEIROS

Manuel Marras

Como quien juega a adivinar las formas de las nubes, las piedras también cuentan lindas historias

18 may 2021 . Actualizado a las 09:49 h.

Hasta donde el ojo humano alcanza a ver, la Marola es un pequeño islote que marca la entrada y salida de la ría coruñesa, en pleno golfo Ártabro. Situado frente a las costas de Dexo, en el municipio de Oleiros, casi todos sabemos que estas rocas son las protagonistas del mítico refrán que dice quen pasou A Marola, pasou a mar toda.

El dicho hace referencia al fuerte oleaje que espera a los marineros una vez superado este diminuto peñón, en dirección al mar abierto. Esto es, sobre todo, si tenemos en cuenta la fragilidad de las antiguas embarcaciones. A Marola es prácticamente inaccesible a pie y es también un enclave importante para aves.

Hasta aquí lo que sabemos. Pero lo que solo la imaginación nos permite captar es que esto no es simple y llanamente una isla dividida en dos, sino, en realidad, atención, una enorme tortuga marina que reposa, lenta y eternamente sobre el mar.

Caparazón, aletas y cola

Los días en los que la visibilidad acompaña y la veta de O Seixo Branco despunta entre la espuma de los acantilados, se puede llegar a diferenciar perfectamente, en la susodicha Marola, la cabeza, el caparazón, alguna de sus cuatro aletas y la cola de una tortuga gigante emergiendo entre las olas. Son esos días en los que nuestra Marola ya no es islote sino galápago, especialmente a los ojos de ese niño que ha aguantado de manera estoica la caminata por el Monumento Natural Costa de Dexo junto a sus padres.

Claro que ha rechistado el chaval y preguntado, no menos de cinco veces, el clásico «¿cuánto falta?», pero la recompensa le llega en forma de animal marino misterioso, allí a lo lejos.

Ya puestos, para completar la excursión, el faro de Mera constituye un balcón privilegiado para observar el horizonte atlántico al que asoman la ría de A Coruña, la de Betanzos y la de Ares. La antigua casa del farero se ha convertido en un Aula do Mar desde la que los visitantes pueden conocer los ecosistemas y planificar itinerarios. Es un lugar pequeño, pero que da mucho de sí. Dentro también podremos experimentar qué se siente cuando te introduces en el interior de una furna con todos sus sonidos y olores. Otro gran aliciente para el público infantil.

Y en el antiguo portiño de Dexo, todavía se puede comprobar cómo eran las grúas que se utilizaban para izar las embarcaciones.