Caparazón, aletas y cola
Los días en los que la visibilidad acompaña y la veta de O Seixo Branco despunta entre la espuma de los acantilados, se puede llegar a diferenciar perfectamente, en la susodicha Marola, la cabeza, el caparazón, alguna de sus cuatro aletas y la cola de una tortuga gigante emergiendo entre las olas. Son esos días en los que nuestra Marola ya no es islote sino galápago, especialmente a los ojos de ese niño que ha aguantado de manera estoica la caminata por el Monumento Natural Costa de Dexo junto a sus padres.
Claro que ha rechistado el chaval y preguntado, no menos de cinco veces, el clásico «¿cuánto falta?», pero la recompensa le llega en forma de animal marino misterioso, allí a lo lejos.