El principal puerto de Oleiros mantiene la actividad mientras en el muelle vecino tres barcos han sufrido un ERTE
16 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Al puerto de Lorbé, los barcos llegan con cuentagotas. El muelle ha comenzado a desperezarse esta semana. La actividad nunca se ha parado, pero los rodaballos están viviendo un poco más tranquilos con el decreto de alarma declarado en tierra. Los restaurantes son la clave. Con sus puertas cerradas, el lenguado que antes se pagaba a casi 30 euros el kilo ahora cuesta bastante menos en la lonja. Por eso en el otro muelle de Oleiros, el de Mera, las tres embarcaciones de la cofradía han dejado los barcos en tierra desde mediados de marzo. El antiguo presidente de su cofradía, Guillermo Neira, explica la situación hilando frases cortas: «O bar pechado, o linguado a 8 euros, o turista non ben, o que pesco custa a metade, de 500 euros paso a 250, pero os gastos seguen, gasolina, seguridade social, en total, 300 euros, pois para iso non saímos». Y los que no salen son las embarcaciones O Corpiño, O Vulcano y Anageli, donde se reparten 15 marineros que han caído en las redes del ERTE.
«Igual que os da depuradora de Lorbé, case trinta traballadores, tamén están parados». Lo dice José Manuel Gómez, mientras rasca un tablero con un gran lápiz rojo. «E a min fixéronme pechar tres semanas a carpintería porque se supón que é un traballo non esencial, e quen amaña os barcos?», se pregunta este profesional que ocupa la esquina derecha del muelle de Lorbé. Durante estos días sí se le permitía atender urgencias.
De los pocos barcos que van atracando en Lorbé en esta mañana de miércoles, raro es el marinero que no lleva mascarilla. Otra cosa son las distancias. Para Guillermo Neira «é imposible». «Nalgún momento teñen que coincidir para levantar unha rede, logo se un se contaxia van contra o armador, o que eu digo, así é mellor deixar os barcos en terra», esgrime. El actual patrón de la cofradía de Mera, Fran cisco Sánchez, sigue yendo el mar pero entiende que otros no lo hagan: «Ate que non abran os restaurantes isto non vai remontar, eu saio porque somos dous na lancha e pouco gastas, pero entendo que outros non queiran saír».
O de gardar as distancias no barco é imposible, nalgún momento sempre coinciden»
En Lorbé, en cambio, salen todos. «Gañamos menos, claro que gañamos menos, ricos non nos imos facer, pero podemos ir ao mar, e temos a obriga de levar o pescado», considera Emilio Méndez, patrón de la cofradía de pescadores de Lorbé, quien concluye con una apreciación: «A nós págannos menos polo peixe, en parte porque os restaurantes están pechados, pero eu vexo que nas peixerías os prezos non baixan…». Adolfo García es uno de esos marineros de Lorbé que continúa haciendo vida normal. Él trabaja en el Antonio Manuel II, que si estuvo parado dos días no fue por el estado de alarma sino el del mar, «moi movido». Pero durante las últimas semanas raro ha sido el día en que no levantan lenguados o rodaballos pequeños.
«E gatos», se queja otro compañero. «Os gatos son os que non marchan do porto, teñen cagado por todas as esquinas, ese si que é outro virus».