Judith Fernández: «Mis padres dicen que he sido un poco teatrera desde pequeña»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Ana Villagrasa

La actriz tiene pendientes de estreno este mes dos series y una película

05 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La joven actriz Judith Fernández (A Coruña, 2001) no para. Pocas compañeras de profesión pueden presumir de tener pendientes de estreno tres proyectos audiovisuales en este mes de septiembre que acaba de arrancar, dos series y una película: Santo, que se estrenará en Netflix el día 16; La casa entre los cactus, en la que comparte cartel con Ariadna Gil, Daniel Grao y Ricardo Gómez, en cines también el 16, y Apagón, que llegará a Movistar+ el 29. Entre tanto ajetreo ha encontrado unos días para volver a A Coruña a ver a la familia, «aunque regreso en nada a Madrid», cuenta.

—Vaya mes de septiembre le espera...

—He de reconocer que he tenido mucha suerte estos últimos años. Pero también hay que verlo con perspectiva, porque ha coincidido y se estrena todo junto, pero es el reflejo de mi trabajo en estos dos últimos años.

—¿Cómo son los papeles que interpreta?

—Con mi edad son todos papeles de personas jóvenes, de adolescentes, pero con diferentes personalidades. Además, los proyectos son muy distintos. Ya solo por el hecho de que uno sea una película para cine, otro una serie y Apagón, que está como a medio camino, porque son capítulos independientes, como pequeñas películas rodadas por directores y actores distintos.

—¿De dónde le viene la pasión por actuar?

—Mis padres dicen que ya desde pequeña siempre he sido un poco teatrera, me va el show [ríe]. Así que ya se veía venir. Pero lo cierto es que me metí en una compañía que se llama El Ruiseñor, que la sigo considerando mi casa, y ahí es donde descubrí que lo mio era la interpretación. A los 14 años hice una prueba para la serie Augasquentes y me cogieron. Y después de esa experiencia sí que ya no había marcha atrás, lo tenía claro. Antes de la serie ya quería dedicarme a la interpretación, pero lo veía como algo lejano, algo que no sabía si podría convertirse en realidad. Pero tras la experiencia en Augasquentes vi que era posible.

—Y desde entonces no ha dejado de formarse, porque en su currículo hay un sinfín de cursos.

—Me he formado todo lo que he podido, y sigo en ello porque sin formación no vas a ningún lado. Aunque también hay una pizca de suerte, porque hay gente que ha estudiado muchísimo y que no ha tenido la oportunidad de demostrar lo que sabe. Hay que actualizarse constantemente, y estar a todo lo que venga. Un profesor que tuve aquí en A Coruña contaba siempre que un conocido actor de Hollywood decía que no había tenido suerte, sino que había estado en todos los lugares y a todas horas. Esa es la manera de que surjan oportunidades.

—¿Qué le tira más, el teatro o el cine?

—Es como si me preguntas si quiero más a mamá o a papá. Me es imposible elegir entre uno u otro. Nací con el teatro, así que lo considero mi casa. Pero no cambio el cine, el audiovisual en general, por nada. Me encanta. No puedo elegir.

—Está viviendo actualmente en Madrid. ¿Sigue siendo necesario ir a la capital en plena era digital?

—No lo sé. Supongo que cada uno tendrá su proceso y estará donde tenga que estar. Yo, personalmente, siento que tengo que estar en Madrid. Siempre se cocinan más cosas que en otros lugares. Es cierto que ahora es más fácil hacer las cosas a distancia, hay hasta castings por Zoom. Pero no es lo mismo que estar allí. Además, aprovecho y continúo con mi formación en diferentes cursos. Hay unos profesores buenísimos de interpretación, de voz, de movimiento... Todo está más cerca.

—¿Cómo llegó a estar presente en tres proyectos a la vez?

—Todo fue a través de pruebas que consiguieron mis representantes. Bueno, menos Apagón. Ahí hubo una coincidencia, y es que Raúl Arévalo hace de mi padre en Santo, la serie de Netflix, y le debí de caer bien, porque me llamó cuatro meses después para hacer Apagón, en la que está como director.

—Series, cine... ¿Con qué se queda?

—Depende, porque te puede salir una serie como La casa de papel o una película como As bestas, y que termine yendo a los Oscar. Lo importante es tener un buen papel. Y yo estoy encantada con estos tres. Aunque en la película, por ejemplo, es breve, pero muy relevante.

«Sé que en esta montaña rusa ni los grandes actores tienen asegurado el trabajo»

Judith es hija del futbolista David Fernández Miramontes y pasó buena parte de su vida viviendo en Escocia: «Diez años, la mitad de mi vida. De hecho, casi nazco allí, pero mi madre se vino a A Coruña para dar a luz. Mi padre jugaba en Edimburgo, y yo nací en abril, pero el verano nos lo pasamos ya allí», explica.

—¿Cómo recuerda el regreso a A Coruña?

—Fue un gran cambio, sin duda. Para mi hermana, que es menor que yo, no tanto. Pero yo tenía ya un grupo de amigos. De todos modos mi familia, mis abuelos y mis tíos estaban aquí. Además, la lengua también influyó. No me costaba hablar español, conocía el idioma perfectamente porque lo hablábamos en casa, pero estaba habituada al inglés. A la larga he tenido suerte, al ser bilingüe.

—¿Y cómo lleva el vivir ahora en Madrid?

—Siempre me cuesta cambiar de lugar. Soy muy mala para las despedidas y suelo tener mucha morriña. Y eso que vengo con mucha frecuencia a A Coruña.

—¿Con quién le gustaría trabajar?

—Tengo dos referentes: Penélope Cruz y Kiti Mánver, que me parece maravillosa. Y en cuanto a directores, Raúl Arévalo habla siempre maravillas de Rodrigo Sorogoyen, que dirige también un capítulo de Apagón, y me gusta mucho lo que hace.

—¿No sueña con Hollywood?

—Me encantaría hacer algo en inglés, pero Hollywood igual es soñar demasiado. Lo que sí que tengo claro es que quiero seguir trabajando mucho y que los proyectos sean interesantes. Nada más. Aunque sé que esto es una montaña rusa en la que ni los grandes actores tienen asegurado el trabajo, así que imagínate alguien que está empezando como yo.