Vecinos de Perillo exigen una solución global para mejorar el tráfico en la N-VI

Elena Silveira
Elena Silveira OLEIROS / LA VOZ

CAMBRE

DESCONOCIDO

A pesar del aumento de la población, la vía ha sufrido pocos cambios en su trazado

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La idea de crear las carreteras nacionales surgió en los años veinte del siglo pasado y se desarrollaron en los años sesenta. Estas vías, a través del plan Redia, conectaban Madrid con las capitales de provincia. Una filosofía centralizadora que, según explica el portavoz de la Plataforma pola Humanización da Avenida das Mariñas, Ignacio López, se sigue aplicando a día de hoy a pesar de que los tiempos, el tráfico y la población han cambiado mucho desde entonces. Este colectivo, creado recientemente de forma oficial, plantea la necesidad de abordar de forma inmediata el soterramiento de la N-VI en el entorno del cruce del Sol y Mar. Algunas personas van más allá y ponen sobre la mesa la posibilidad de prolongar el soterramiento hasta la zona de O Seixal, en Cambre, lo que daría una mayor permeabilidad social y un tráfico más amable en la superficie. Esta idea se enfrenta a la opinión de la mayor parte de las empresas o negocios instalados en la zona, ya que sus propietarios son conscientes de que no hay campaña publicitaria que supere tener un escaparate a orillas de la N-VI, por donde pasan a diario en horas punta hasta un máximo de 90.000 vehículos. Eso sí, reconocen que para sobrevivir hay que facilitar aparcamiento a los clientes. «Si no no paran. No hay más que ver el número de locales vacíos que hay...», comentaba ayer un empresario.

Las obras del sifón en la avenida Che Guevara obligaron esta semana a realizar algunos cambios en la ordenación del tráfico en el cruce del Sol y Mar. La semirrotonda provisional proyectada por el Ministerio de Fomento tan solo estuvo operativa tres horas y puso de manifiesto la delicada armonía de esta intersección. «Yo creo que hubiera funcionado bien, pero lo hicieron todo aprisa y corriendo ya que no había señalización, no se podían hacer los cambios de sentido que estaban previstos y con tantas novedades los conductores no sabían hacia dónde tirar... Lo tenían que haber programado mejor», comentaba ayer un vecino de la zona. En lo que todos están de acuerdo es que al eliminar todos los giros a la izquierda ahora el tráfico es más fluido que nunca. «Es que, en realidad, ya no es una intersección. Y ahora los coches va a más velocidad que antes, como ya saben que no hay que parar...», puntualizaba ayer otro vecino. En todo caso, sigue operativo allí el semáforo para el paso de los peatones.

Los vecinos más antiguos de Perillo recuerdan el proceso de transformación del entorno junto a la N-VI. «Esto cambió muchísimo. Yo llevo viviendo aquí 44 años. Antes era una carretera sin semáforos, nos tuvimos que manifestar para conseguirlos y ahora el soterramiento sería la solución más lógica», dice Paulino González. Aunque sus convecinos explican que la decisión es difícil, ya que si una simple rotonda provisional ocasiona un colapso de tráfico como el ocurrido el martes no se quieren imaginar lo que supondría cortar la N-VI en este punto: «¿Hacia dónde deriva el tráfico? Se colapsarían Perillo y O Temple, probablemente». Ángela Rivas, que vive en Perillo, reclama que las decisiones sean consensuadas y que se dejen a un lado los intereses políticos «por el bien de los ciudadanos. Lo que necesitamos son soluciones reales. Cuanto más se tarde en tomar una decisión e iniciar las obras, peor». De hecho, tal y como explicó el portavoz de la plataforma ciudadana, Oleiros prevé desarrollar en los próximos años tres nuevos ámbitos urbanísticos con viviendas y zonas comerciales. La comarca crece y la N-VI se agota.