Esos chicos de ninguna parte

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Estudiantes del Obradoiro han interpretado un tema de Xoel López con violines, guitarras y xilófonos

04 nov 2022 . Actualizado a las 11:13 h.

Pertenezco a una generación a la cual la música se le enseñaba en el colegio por dos vías. Primera: flauta dulce Hohner y Noche de paz tocada mecánicamente. Segunda: libro y a memorizar, como si se tratase de un archivo de big data. Con decir Vilaldi, siglo XVIII, Barroco y Las cuatro estaciones valía. Difícil con ese panorama hacer palpitar el corazón y despertar alguna vocación más allá del «prueba superada» del examen.

Por eso, cuando visito colegios me genera una gran envidia ver cómo han cambiado las cosas. Constato en muchos que la música no solo se toma en serio, sino que se cuida como algo fundamental. Para la cultura de los alumnos, pero también para su vida en general. A veces, eso tiene una extensión en el tiempo extraescolar, donde se alcanza la excelencia. Lo pensé viendo un vídeo colgado por el colegio Obradoiro. En él los escolares de su conservatorio interpretan Hombre de ninguna parte de Xoel López. Dirigidos por Rosalía Vázquez —quien se encargó del cello en la grabación original de la pieza— tocan y cantan el tema como los ángeles, poniendo violines, guitarras y xilófonos al servicio de una pieza maravillosa.

Emociona por la fastuosidad de la canción y el esmero de la ejecución, pero también por todo lo que significa: educación, belleza y amor por lo de aquí. Porque de todo el repertorio infinito a su disposición —sería más previsible hacer, yo qué sé, un Let It Be o Moon River—, una profesora ha apuntado con suma finura e intención. Los ha encaminado a la fantasía sonora que abre Atlántico (2012), el disco que convirtió a nuestro paisano en eterno y que celebra este año su décimo aniversario. Es decir, un círculo virtuoso que hace pensar en un futuro de lo más ilusionante.