En los pasillos de la ciudad

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Cuando ya no puedo con tanto sol y tanto turista preguntón, me refugio en esas calles de tierra adentro, que son los pasillos de A Coruña donde aún hoy los niños escapamos de las visitas

30 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los niños de los años setenta y ochenta crecimos en unas casas que recordamos enormes, y que hoy no podríamos pagar ni vendiéndonos como esclavos para remar junto a Ben-Hur en su galera. Los arquitectos ponían muchos metros cuadrados en aquellos pisos del desarrollismo, mejor que sobrasen y no que faltasen, como si en vez de arquitectos levantando apartamentos para la clase media fuesen esas benditas abuelas gallegas que te ceban hasta la explosión o el baipás cuádruple.

Como a pesar del derroche de suelo había más niños que cuartos, muchos nos criábamos en los pasillos, que eran anchos y laberínticos como un desnudo de Rubens. En aquellos corredores inmensos podías jugar al fútbol, regateando a los hermanos que se cruzaban con tu zurda, y hasta andar en bicicleta.

De pasar media vida en el pasillo, a algunos de aquellos pequeños nos quedó una querencia por esos espacios interiores, donde nos sentimos mucho más cómodos que en la salita, donde siempre había una señora con mucha laca a la que tus padres te obligaban a darle un beso, y ya no digamos que en las habitaciones con vistas al mundo exterior, que nunca eran las nuestras, que daban a un patio con ropa tendida y barullo de loza, periquitos y radios.

Con la ciudad me pasa un poco lo mismo. De vez en cuando, saturado de las avenidas finas, con portales lujosos y balconadas al mar, me vuelvo hacia dentro, como esos futbolistas que dejan la banda y se cuelan en diagonal hacia el área, justo por donde están las patadas, la muchedumbre, el lío.

No daré nombres, que la vía pública es muy celosa de su vecina de acera, pero cuando ya no puedo con tanto sol y tanto turista preguntón, me refugio en esas calles de tierra adentro, que son los pasillos de A Coruña donde aún hoy los niños escapamos de las visitas.