—En el documental habla claro de las drogas. ¿Se cumplen todos los estereotipos del rock?
—Se cumplen y toda la verdad del rock no puede contarse, pero eso de sexo, droga y Rock and Roll, claro que sí. Pero pasan cosas peores, de violencia y más feas. El documental tiene valor porque está hecho con sinceridad, no hemos excluido ni censurado nada. Nuestro mánager, por protegernos, no quería que saliesen ciertas cosas, pero entonces sería un publirreportaje, que ahora es lo que vemos constantemente. Eso me parece una mierda. He visto muchos y me aburren, incluso algunos firmados por grandes cineastas que tras verlos los he dejado de respetar. Hay que respetar lo respetable no todo. Lo que no se merece respeto, no.
—De sobra es conocido el desvalijo de su furgoneta en Barcelona, ¿alguna anécdota en Galicia?
—Sí, conseguimos recuperar todo. Loquillo intento ayudarnos, pero no pudo. Los recuperamos de manera poco ortodoxa, pero legal, sin que corriera la sangre, aunque no digo que no hubiera presión. Pero en Galicia nadie nos ha robado, hubo una vez a finales de los 80 que tocábamos en un pabellón en Santiago y alguien intentó colarse. Casi se electrocuta, hubo que cancelar el concierto y cortar toda la electricidad. Se quemó varias partes, pero no hubo que lamentar su muerte, aunque tenía heridas que creo las ha superado.
—¿Qué canción suya define el momento actual?
—Todas, tanto de La lucha por la vida como del primer disco. No han perdido actualidad. Tiempos nuevos, tiempos salvajes, sigue siendo así ahora, y fíjate, lo mismo que con las últimas. Cualquiera, Mi copa y yo, que es una mirada al alcoholismo, o Nunca lo repitas en voz alta. O Los Elegidos, de crear demonios a partir de la nada.
—¿Que verá el público en María Pita el viernes?
— Esperemos que en el concierto, que es de entrada libre, ciertos sectores del público dejen espacio y tranquilidad para que lo disfruten los que quieren apreciarlo. En estos conciertos hay gente que va por ir y molesta, o se asombra de que se digan cosas tan descaradas por el micro. Nosotros no somos animadores, vamos a ofertar lo mejor, pero sin esas cosas de “Oh, A Coruña”, que hacen muchos. Eso es un insulto al público, nosotros no insultamos al público. Damos buenos conciertos, el mejor que podemos hacer. Cuando voy de público a algún concierto veo a muchos en los que los artistas recurren a ese punto chovinista que pude gustar a algunos y me dan ganas de estrangularlos. Hubo una época en la que nos repugna tanto eso que, por ejemplo, en Barcelona decíamos: “Buenas noches Madrid', y a la inversa.
—¿Dirán entonces Boas noites Vigo?
—Ya no se lleva eso, pero vamos a darlo todo. A ofertar lo mejor. De hecho ahora voy a entrar en el local de ensayo.