Feliz clausura de temporada

Antón de Santiago CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

La OSG culminó el año musical con el Concerto Grosso de R.V. Williams y el Réquiem de Mozart

14 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En sesiones de viernes y sábado -hablo de la última- la OSG alcanzó el 27 de abono y clausuró la temporada. Programa significativo. Concerto Grosso, de Ralph Vaughan Williams (1872-1958), para dar opción a las orquestas juvenil e infantil, Son Futuro, de celebrar su 10.º aniversario, y Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), connotado con la trascendencia y el duelo, que compone un moribundo genio haciendo de negro de un conde presuntuoso. Llama aquí a lembranza de amigos y víctimas de la pandemia. Ciclo superado con coraje, entrega y talento.

Vaughan Williams tenía, por su amor a la música popular inglesa y por talento compositivo, todas las credenciales para auparse a la cima de su país junto al lejano Henry Purcell (1659-1695) si Benjamín Britten (1913-1976) no hubiera hecho su aparición creativa en 1937. Williams, a los 78 años, escribe el Concerto Grosso para las Escuelas Rurales, es decir, para músicos incipientes. Obra idónea para mostrar el magnífico trabajo del proyecto Son Futuro (traducido: Soy y Sonido Futuro), y sus preparadores Jorge Montes y Enrique Iglesias.

El gran Mozart, precocidad sublime, llega a los 35 años objetado y endeudado con sus amigos masones. Y, sin embargo, recibe tres encargos: La clemenza de Tito, La Flauta Mágica, una astracanada de Shikaneder que Wolfee eleva a obra maestra, y el Réquiem, de cuyo pago dependía salir a flote. Su vida concluye antes de finalizar la misa y, para cobrar (su herencia inmediata), la rematan algunos discípulos.

El Réquiem sigue la liturgia de la misa católica de difuntos. Vuelca en ella las esencias de su inspiración hasta que no puede más. Nos queda un monumento sinfónico vocal. Tiene 12 partes, para coro de gran presencia y cuatro solistas: soprano, mezzo, tenor y bajo. Situados de forma estratégica por la distancia, Dima tomó la batuta con determinación y conocimiento para que todo funcionase. Resultó una gran lectura por parte del coro y la orquesta, con la prestación muy profesional de Landshamer, Reinhold, Swensen y Speer. Fueron reclamados cuatro veces a saludar. Feliz clausura de temporada. Que nos veamos en la próxima en el Palacio de la Opera.