Moderación climática y política

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

CESAR QUIAN

También nuestra meteorología política se impregna de ese aire bonancible cuando permanece alejada de las grandes borrascas, como ha vuelto a demostrarnos el barómetro de Sondaxe

29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es como si el planeta hubiese reservado para esta esquina del golfo Ártabro un ecosistema propio en el que todo resulta bastante apacible, moderado. Y a pesar de que los climatólogos tiendan a veces a homogeneizar sus pronósticos para Galicia, el meteorólogo que cada coruñés lleva dentro sabe perfectamente que los 35 grados de la ola de calor serán aquí 23 (que a veces no los hay ni en agosto). Y que las bajas presiones que envolverán en cortinas de agua o nieve la comunidad llenarán el cielo coruñés de cúmulos grises que soltarán más bien un orvallo fino y volátil, si es que llegan a precipitar.

El propio coruñés se ha impregnado de esa moderación climática, que modula también su manera de ser. Todo en el ciudadano medio parece en equilibrio: su café en el Ensanche, su vinito en la Estrella, su paseo por la calle Real, el helado en la Marina... Un día tras otro durante toda la vida, y «se chove, deixa chover; se orballa, deixa orballar», que cantaban en Maruxa. Sobresaltos, los del Dépor y pocos más.

También nuestra meteorología política se impregna de ese aire bonancible cuando permanece alejada de las grandes borrascas, como ha vuelto a demostrarnos el barómetro de Sondaxe. Casi siempre hay un núcleo duro de votantes que se encuentran a gusto en la moderación, y en ese abanico se mueven sin problema de derecha a izquierda, o al revés, esquivando fríos y sofocos extremos. Y esos son los que dan los triunfos.

En general, los claros se abren en Coruña para los gobernantes que siguen este precepto, e Inés Rey, en crecimiento demoscópico, parece cómoda en el modelo. Atrás quedan abruptos meteoros (no muy lejanos) que nos recuerdan que la borrasca la tenemos a un paso y se ve con solo asomar la nariz a la Torre.