Una casa emparedada en A Gaiteira

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Abandonada y ruinosa, la vivienda quedó en medio de dos edificios modernos de A Coruña

15 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando en la calle de la Merced de A Coruña las viviendas eran bajitas como las de las aldeas, la que había y sobrevive en el número 66 le llamaban la casa de la Pradera. No porque ahí se partiese el lomo el perfecto padre de familia Michael Landon, sino porque perteneció a los Pradera. Gallegos de toda la vida. Muy conocidos y queridos en el barrio. Ahí residieron durante décadas hasta que el inmueble se convirtió en una ruina y lo abandonaron definitivamente.

Llegó el desarrollo urbanístico a la zona y los constructores, que contaban con licencia para levantar inmuebles de diez plantas, se lanzaron a comprar solares y viviendas antiguas para poder edificar. Por haches o por bes, la casa de los Pradera no pudieron adquirirla. Pero no hubo problema alguno.

Un promotor erigió un gran edificio a la derecha, otro a la izquierda y un tercero enfrente. Y ahí quedó «apretada» por el desarrollo urbanístico de A Gaiteira la decimonónica vivienda. Para que la gente le haga fotos, las cuelgue en las redes sociales y sus amigos se echen la mano a la cabeza.

A salvo de okupas

En la actualidad tiene las ventanas y las puertas tapiadas para evitar que entren los okupas. Y en el jardín posterior, que antes brillaba con tulipanes, rosas y claveles que rodeaban una lozana huerta, ahora crece maleza con la altura de una palmera caribeña.

La casa no tiene mucho valor. Su riqueza está el solar, pues daría para construir un edificio de diez plantas. Aunque tendría que ser estrecho. Pero por el momento, ningún promotor asomó por la puerta de los herederos, según cuentan los vecinos con más años de la zona. «Cuando nací, ya estaba la casa. Calculo que se habrá construido en el siglo XIX», dice Antonio Paredes, un hombre de 87 años.

La casa de la Pradera no es la única que quedó rodeada de edificios. En los setenta, cuando en la ciudad se edificaba como se aparca, en doble fila, también había en el corazón de la Gaiteira una pequeña calle de seis casas conocida como Caramés porque estaba muy cerca de un importante negocio que portaba el mismo nombre. No había más que eso. El resto no era más que campo.

La calle de la Cerca y la avenida de la Concordia ni estaban pensadas. Pero de pronto, llegaron las hormigoneras a la zona y empezaron a construir grandes bloques de edificios por delante, por detrás y a los lados de aquella vieja calle hasta que quedó completamente encerrada y oculta. Tanto, que el sol solo aparece «unos diez días al año», en el solsticio de verano.

Cuando los propietarios compraron, a la casa más cercana casi había que ir en autobús. Hoy le caen encima. Pablo Pradera nació en una de esas viviendas de dos plantas hace 48 años y recuerda que desde su ventana vio arder el buque petrolero Urquiola hace casi medio siglo en la costa de la ciudad. Actualmente, cuando se asoma, no ve más que una pared de cemento.

Cuenta que de niño «vivía rodeado de campo» en pleno corazón de la Gaiteira, entre la calle de la Cerca y la plaza de la Concordia. «Veía a mi padre regresar del puerto de trabajar. Las vistas que teníamos eran impresionantes», rememora con nostalgia este vecino.

«Barbaridad urbanística»

Para su vecino, esta es una de las «mayores barbaridades urbanísticas que se cometieron en la ciudad». ¿Cómo se permitió? «Pues como todo en aquella época. Cada cual construía donde quería y cuando mis padres y el resto de vecinos fueron a protestar al Ayuntamiento, a decir que tenían que parar la obra, que les estaban encerrando y dejando su calle sin entrada ni salida, no nos hicieron ni caso. Se continuó construyendo y así quedamos», lamenta José Manuel girando sobre si mismo y con el brazo extendido mostrando la «barbarie».

Es tan rocambolesca la historia de esta pequeña vía que desde entonces, a los números 3a, 3b, 3c, 3d y 3e de la calle Caramés o travesía de la Cerca, como se la conoce, solo se puede acceder a través de un garaje. O haciendo un túnel.

En la actualidad todavía quedan muchas casas pequeñas similares a esta en A Gaiteira que siguen encontrándose rodeadas por grandes inmuebles. Es ahí donde mejor se puede apreciar el desarrollo urbanístico que dominó la ciudad durante los setenta y del que todavía se pueden observar algunas de sus consecuencias.