El párking neneiro del materno

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

J.P.L.

En esta sociedad que empieza a ver bien el «prohibido niños» en todo tipo de lugares, reconforta la gente que proyecta una luz especial sobre tus pequeños

09 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En esta sociedad que empieza a ver bien el «prohibido niños» en todo tipo de lugares, reconforta la gente que proyecta una luz especial sobre tus pequeños. En el párking que había frente al materno ocurría. Un día, yendo con mi hijo al hospital, metí el coche allí al no encontrar donde aparcar. Al salir, el chico de la garita me cobró sonriente. Portando una piruleta, dijo mirando al niño: «Esto, para ti». ¿Me puedes dar otra para llevarle a mi hermana?, le preguntó él con descaro infantil. «Pues claro, toma». Se ganó un cliente. Vale que el otro párking es más bonito y moderno, pero este tenía corazón, sonrisas y caramelo.

Cuando la semana pasada leí la noticia del cierre del aparcadero, acompañada con la foto de Alexandre Fernández y plasmada con un crudo titular («Dos empleos y 38 plazas de párking menos en el materno»), me dio mucha pena. La misma que experimenté cuando vi clausurado el despacho de pan de la calle Costa Rica en el que un día la dependienta me ganó definitivamente. Tenía un pollito de peluche en el escaparate. Cuando mi hija se aceró a tocarlo, la frené. La chica dijo que no pasaba nada, que podía acariciarlo. De pronto le planteó una idea: «¿Si te lo dejo llevar para casa me prometes que lo cuidas y me devuelves mañana?» Imagínense la cara de la pequeña. Y la nuestra, que pensábamos que estábamos en una escena de Amélie.

Pero, como en los melodramas, el paro surge como esa curva cruel que toma la vida de las personas buenas. En mi casa pensamos muchas veces en aquella dependienta. El otro día, en un Gadis, me sonaba la voz de la cajera, muy amable. La miré, pero con la mascarilla apenas podía vislumbrar el rostro. Al salir, nos dimos cuenta: «¡Es la del pollito!». Felicidad. Espero poder reencontrarme pronto con Alexandre en algún mostrador, demostrando que la gente que sonríe a los niños sale adelante.