El precio del pescado sigue cayendo en el Muro: el jurel del día no pasó de 0,55 euros el kilo y la xarda se quedó en 0,75

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA

Emiliano Mouzo

Una veintena de barcos del cerco que operan desde el puerto coruñés ya decidieron amarrar. Los armadores de A Coruña continúan donando mercancía a los centros sociales

26 mar 2020 . Actualizado a las 09:47 h.

El Muro vivió su segunda jornada sin subastas presenciales y vendiendo el pescado vía teléfono y on line. Estas restricciones tienen como objetivo guardar la distancia social para evitar la propagación del virus COVID-19.

A pesar de estos cambios en la lonja, «decenas de años de subastas», las medidas fueron aceptadas por una unanimidad, aunque con algunas quejas: «Estamos viendo como algún subastador que también tiene pescaderías se llevan las mejores piezas y de la mejor calidad», ya que estos entran los primeros para marcar el pescado de sus pedidos, contaron varias placeras.

Dicen también que no es lo mismo «comprar el producto después de verlo que sin saber cómo está, pero bueno, sabemos que todo el pescado y marisco que llega a la lonja es del mejor del mundo».

Lo que sí está en caída libre son los precios, «sobre todo de aquellas especies que no son finas, el jurel, la xarda, el lirio», indican los subastadores.

De hecho, ayer se pusieron a la venta unos 19.000 kilos de jurel, saltando, capturado por el cerco y el arrastre del día. Su valor no superó los 0,55 euros el kilo, «y bajó hasta los 0,25», indicó un marinero que faena en un barco de Malpica.

Con la xarda pasó lo mismo. Los 1.000 kilos que llegaron a la lonja se vendieron entre 0,50 y los 0,75 euros el kilo.

Esta situación pone en aprietos la viabilidad de esta flota, tanto del arrastre como del cerco. Desde A Coruña operan más de 50 cerqueros, «pero esta noche y madrugada salieron a faenar unos veinte barcos», contó Andrés García, presidente de la Asociación del Cerco de Galicia (Acerga), «el resto ya amarró y otros están valorando la posibilidad de parar», subrayó.

Y es que además de que los barcos «no ganan para los gastos derivados de faenar», según García, hay un problema muy importante, «la imposibilidad de aplicar las medidas de seguridad», para evitar el contagio.

Esta situación afecta de forma importante a las tripulaciones: «La gente tiene miedo al contagio, y se les nota nerviosa, con falta de confianza. Esta situación no es buena, es peligrosa para faenar», subrayó Andrés García.