¿Qué ocurrirá con el festival Noroeste?

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Rosalía actuando con Raül Refree en el Castillo de San Anton en la edición del Noroeste 2017
Rosalía actuando con Raül Refree en el Castillo de San Anton en la edición del Noroeste 2017 EDUARDO PEREZ

26 jul 2019 . Actualizado a las 10:56 h.

Los cambios de gobierno generan muchas incertidumbres respecto a cómo se harán las cosas en el futuro. Algunos de quienes las tienen terminan apelando al periodista que escribe de esas cosas, para ver si tiene una respuesta. Por lo que a mí respecta, en las últimas semanas no paro de recibir la misma pregunta: ¿Sabes qué pasará con el Noroeste?

Si me dieran un euro por cada vez que me la han formulado me podía pegar una buena cena. El festival siempre ha suscitado un interés tremendo. Los concejales de otras etapas alucinaban. Les sorprendía la polémica que arrastraba cualquier decisión que se tomase sobre él y esa afición coruñesa de decir los artistas que deberían ir o tachar con vehemencia a los elegidos. A veces, llegando el extremo de manifestarse cientos de personas en María Pita porque no les gustaba que tocase Raphael.

Uno de los problemas endémicos del Noroeste fue la falta de una filosofía definida. Un festival que surgió en el Palacio de los Deportes para dar amparo a la explosión de bandas de los ochenta en Galicia derivó, con el tiempo, en una fiesta en la playa en la que cabía de todo. En 1992 iban a venir los Ramones. Se cayeron y se optó por Hombres G. En el 2006 tocaron en la misma edición El Koala y Paul Weller. Todo estirando y encogiendo días. Una vez eran tres jornadas. Otras una. A veces, dos.

A falta de identidad, la sensación de pollo sin cabeza siempre estuvo presente. Un dato: hasta el 2015 el Noroeste no tenía página web ni redes sociales. Ahí se sentaron las bases de un evento serio, con proyección en el tiempo y linea definida. Pese a un gestión deficiente (así lo indicaban los informes del interventor municipal, señalando un rosario de irregularidades), una organización mejorable (eso te lo comentaban muchos artistas por lo bajini), y algunas apuestas fallidas para los grandes conciertos de la playa (que se fueron corrigiendo, dando en el clavo con Pretenders o este año con Patti Smith), lo cierto es que el festival se ha convertido en una de las grandes apuestas culturales de la ciudad y un referente más allá de ella.

La idea de llevar la música a las plazas y lugares emblema como San Antón, trazando un paseo musical, fue un acierto. La apuesta decidida por los artistas gallegos lo ha convertido en el mejor escaparte que hay ahora en Galicia para los grupos pequeños. La política de subrayar la presencia de la mujer en el cartel ha marcado un precedente y ahora la aplica hasta el Primavera Sound. Y todo ello apelando a una línea plural que convierte durante seis días la ciudad en un pequeño oasis musical.

No, no sé si el Noroeste cambiará. Ojalá que sí. Pero, tal y como dijo el nuevo gobierno local que iba a hacer con el carril bici, que sea para mejorarlo, no para destruir un proyecto imprescindible.