¿Quién por PPon y por PdV?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

25 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay como ser joven para revolucionarlo todo, sobre todo el lenguaje, y no hay como ser joven para innovar el idioma con expresiones que te dejan K.O. Por eso es imprescindible acercarse a un millennial para entender que aquel principio de la economía del lenguaje que nos enseñó Martinet funciona en el siglo XXI con una eficacia a prueba de Instagram, también en este código coruñés en el que nos manejamos en esta ciudad.

 Se lo cuento por si alguno está perdido y no es capaz de dar respuesta a la pregunta «¿Quién por PPon?», que de pronto les plantee un joven. PPon no es un lugar extraño ni un nuevo pub en el que se reúnan a media tarde, sino que es el nombre que usan ahora para designar a la plaza de Pontevedra. Sí. La plaza se nos ha ido achicando en esa abreviatura cómoda para escribir por WhatsApp o por Instagram, y que debe su origen, según algunas fuentes consultadas, a la forma en la que aparece escrita en la parte superior de los autobuses.

El caso es que PPon ha ido cuajando como expresión útil en la lengua coloquial, así que no se extrañen si de pronto la empiezan a escuchar por la calle con la normalidad que le dan los millennials a todo. Para ellos la abreviatura no tiene discusión, salvo una, y es que para algunos es tan común que creen que no ha habido otro nombre antes. Vamos, que PPon es PPon de toda la vida. Si por vida entendemos los 15 años de los adolescentes, que todo lo miden según su rasero. No quiero ser aguafiestas para toda esa generación zeta que encuentra en PPon todo un universo, y menos si son capaces de defender ese término con tanta vehemencia. Pero como la lengua es contagiosa, me dio por preguntarles si también hablan de PLu, o PepeLu para referirse a la plaza de Lugo. «No, no, -me contestaron-, hablamos de PPon y de PdV [que ya se imaginan, es la abreviatura de plaza de Vigo]».

A mí lo que me gusta de este código supermínimal y superreducido es esa manera de buscarse y encontrarse los adolescentes, que como si estuvieran cazando Pokémons, se reclaman con la esencialidad de la frases corta -«¿Quién por PPon?»-, a la espera de que otro ser que comparta su mismo lenguaje (e intereses) responda rápido: «Yo en PdV».

Y, claro, ya me ha entrado esa gracia de imaginarme a mi generación, que es mucho más anterior, y está marcada con una x, en ese berenjenal de reproducir el mismo esquema sin mucho éxito. Porque, no lo podemos negar, nuestra versión de Coruña es mucho más extendida, rocambolesca y más difusa: ¿Quién por dónde estaba el cine Coruña? ¿Quién a la altura de El Pote? ¿Quién en la esquina del Pincel, donde estaba César Blanco? Nuestra plaza de Pontevedra tiene tantas versiones como nuestros recuerdos fantasma. Cualquier día, sin buscarnos, nos cruzaremos seguro en PPon.