Indignados por las mujeres maltratadas

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

ANGEL MANSO

08 dic 2018 . Actualizado a las 11:37 h.

Veamos: por un lado, en Coruña hay 481 mujeres que, gracias a un mandato judicial, viven protegidas por la policía del maltrato de sus parejas. Es decir, porque sus novios, maridos o exmaridos, primates sin evolucionar, anduvieron a palos con ellas y podrían volver a agredirlas si se las encontrasen solas. Y por otro lado, en esta ciudad de las 481 mujeres apaleadas y amenazadas de muerte disponemos de una casa de acogida que cuenta con la friolera de 15 camas y 4 cunas.

Bien, pues si Pitágoras no miente, algo no cuadra en las cifras. Primero, porque las 481 mujeres que han conseguido sentencias que les otorgan protección son la punta de un iceberg que navega por el mar helado de la violencia machista, en el que nadan para seguir a flote ni se sabe cuántas chicas sin proteger que no se atreven a denunciar a sus parejas por el pequeño detalle de que a lo mejor las matan. Y segundo, porque, de hecho, la casa de acogida para mujeres maltratadas no tiene plazas libres, tal y como reveló esta semana La Voz de Galicia en reportajes de Montse Carneiro y Alberto Mahía.

A partir de aquí, el desastre absoluto. Una agente de la Policía Nacional desveló que a las valientes coruñesas sin protección policial que dan el paso de denunciar en comisaría no hay manera de alojarlas en la casa de acogida municipal, completa. No tienen a dónde llevarlas y, además, tampoco obtienen respuesta cuando llaman a la línea 900 habilitada para estos casos, porque de madrugada nadie coge el teléfono. Esta precariedad pone los pelos como escarpias al conocer el resultado: muchas denunciantes no tienen otra opción que volver a casa, donde las esperan sus neandertales. Por su parte, el Ayuntamiento asegura que existen otros recursos de alojamiento y que el problema es que la Policía Nacional no se coordina bien con la Local, que no llama para activar el protocolo adecuado.

Vamos a ver: día sí, día también, la violencia machista está matando a mujeres, y uno empieza a entender por qué se disparan las estadísticas. Al margen de quién sea el responsable de este despropósito, lo que es evidente es que hay un problema de proporciones bíblicas. Esta semana, que no se diferencia mucho de las anteriores y que aún no ha acabado, la Policía Local ha practicado tres arrestos por presunta violencia machista en A Coruña.

«Se habla mucho de recursos y de medios, pero es mentira, no los hay», alertó la agente de la Policía Nacional que con notable honestidad destapó esta semana el problema. Y he aquí la paradoja: si devolvemos a las víctimas a casa, si las dejamos vendidas, ¿de qué valen las campañas que alientan la valentía y la denuncia, y qué credibilidad puede tener para ellas el sistema?