«La gente se cree que todo es como en las redes sociales»

Andrea Presedo / a. a. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Sabela Eiria. Realizó su voluntariado en Madagascar, en donde pudo participar en múltiples programas
Sabela Eiria. Realizó su voluntariado en Madagascar, en donde pudo participar en múltiples programas cedida

Estudiantes de la UDC han sido becados para poder viajar al extranjero como cooperantes

13 ago 2018 . Actualizado a las 11:47 h.

Decidieron montarse en un avión rumbo a otro continente para dedicar su verano a ayudar allí donde más los necesitaban. Y lo hicieron gracias a las becas de Proxectos de Coñecemento de la Universidade da Coruña, un programa que financia el desplazamiento a estudiantes que, respaldados por una oenegé con sede en España, viajan a países extranjeros a realizar tareas de cooperación internacional a la vez que ponen en práctica sus proyectos.

Gabriela López. Estudia Educación Infantil y viajó hasta El Salvador para ejercer como una profesora más en Gualacocti.
Gabriela López. Estudia Educación Infantil y viajó hasta El Salvador para ejercer como una profesora más en Gualacocti.

«Yo enfoqué la beca a hacer mi trabajo de fin de grado, que era un estudio de caso con una escuela infantil en otro contexto». Habla Gabriela López, una joven de 25 años, estudiante de último curso de Educación Infantil. Su destino fue El Salvador, en donde «yo quería ver cómo trabajaban en cuanto a rutinas. Se supone que solo iba a observar, pero te involucras tanto que acabas convirtiéndote en una profe más». Era su primera vez haciendo voluntariado internacional y ahora que ya está de vuelta en España confiesa que solo estuvo fuera un mes para poder acabar a tiempo su trabajo de fin de grado, pero que «vale la pena aprovechar los tres meses máximos que te pueden llegar a becar».

Para Sabela Eiriz, una joven de 23 años que viajó a Madagascar durante dos meses, la experiencia fue positiva, aunque un poco más complicada. «La gente se cree que todo es como en las redes sociales. Es decir, fotos bonitas y felicidad. Pero también hay muchas partes duras», explica. Su proyecto a desarrollar eran una serie de talleres sobre la prevención de abusos sexuales en la infancia, pero no pudo llevarlo a cabo porque «allí los profesores nos decían que los abusos se los inventaban las niñas». Con todo, Sabela, que estudia Educación Social, pudo participar en programas en un hogar social para niñas adolescentes que han estado en situaciones de vulnerabilidad o trabajando en la prostitución.

Experiencia enriquecedora

Marta pardo. Es su segunda vez como voluntaria en Tegucigalpa y no duda en recomendar la experiencia.
Marta pardo. Es su segunda vez como voluntaria en Tegucigalpa y no duda en recomendar la experiencia.

Otros estudiantes todavía se encuentran en los países en los que están como voluntarios y no volverán hasta septiembre. Es el caso de Marta Pardo, bióloga que eligió Honduras como destino. Ella se encuentra en la capital, en Tegucigalpa, en donde desarrolla un proyecto dirigido a niños orientado a la adquisición de hábitos de vida saludables. Para Marta «cada experiencia de voluntariado es muy enriquecedora, ya que te permite conocer más allá de las fronteras del primer mundo». Es su cuarta vez haciendo voluntariado internacional y no duda en resaltar que allí «teniendo muy poco, no dudan en ofrecerte cualquier cosa para que te sientas cómodo». La cooperación internacional, dice, «me ha hecho valorar todo lo que tengo y sentirme muy afortunada. Cosas que para nosotros son normales como poner una lavadora o ducharte en agua caliente, allí son lujos al alcance de muy pocos».

Enrique Charlón. Se encuentra en Honduras desarrollando actividades en las que anima a los jóvenes a participar de forma activa en su comunidad.
Enrique Charlón. Se encuentra en Honduras desarrollando actividades en las que anima a los jóvenes a participar de forma activa en su comunidad.

Enrique Charlón, estudiante de Magisterio, también está en Honduras, aunque en Texiguat, un pueblo más aislado y en el que él es el único cooperante. Explica que lo que más le llamó la atención fue que «la percepción del tiempo aquí cambia, la gente se toma la vida con más calma y tranquilidad».