«Llevo cincuenta años corriendo»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

NOELIA REY

Afirma que «cada vez corre más gente mayor». Ella entrena a muchos de sesenta

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La fiebre del running ha contagiado también a nuestros mayores. Bien lo sabe la coruñesa María Luisa Armesto quien, a sus 66 años, entrena cada vez a más personas de sesenta para arriba.

-¿De qué huye mientras corre?

-De las preocupaciones, de las rutinas y de los malos rollos. En los momentos más complicados de mi vida, correr siempre me ha servido para levantarme.

-¿Cuándo empezó?

-A los quince. Llevo cincuenta años corriendo. Y no quiero parar. Me hace feliz.

-¿Qué es lo que siente?

-Pues algo muy gratificante y placentero. Correr me hace sentir maravillosamente bien.

-¿Es adictivo?

-Sí. Genera endorfinas. Y el cuerpo te pide más. Pero es una adicción que te reporta salud. No sé a qué está esperando la Seguridad Social para potenciarlo.

-¿No hay dolor?

-No se puede correr con dolor. Te arriesgas a lesionarte. Con algunas molestias, sí.

-Pero se sufre.

-Tampoco. No tienes por qué sufrir. La gente a la que yo entreno no sufre. Esto es algo lúdico. Se cansa, eso sí.

-No me diga que en una competición no hay momentos en los que se pasa mal.

-Sí, claro. Hay una carga de sufrimiento; sobre todo, cuando piensas: «No puedo más» o «Quién me mandaría a mí meterme en esto». Pero en el entreno, no.

-El doctor Josep Brugada dijo que cada fin de semana se está enterrando a un «runner».

-Me sentó fatal. ¿Cuántos de los que están todo el día delante de la televisión no están cascados?

-Vale, pero es bueno hacerse un chequeo médico antes de empezar a correr.

-Eso sí. Yo se lo digo a los míos; que se hagan controles. Pero se lo aconsejo tanto a los mayores como a los jóvenes, eh. Cuando en un entrenamiento veo a alguien acelerado, enseguida me pongo a controlar pulsaciones.

-Si alguien se pone muy ‘pro’, como dicen ustedes, le vigila.

-¡Justo! Le indico y le pido que se relaje un poquito.

-Porque usted entrena a personas de edad avanzada.

-Sí, tanto de 20 como de 60, pero cada vez corren más personas mayores. A mí me empezó a llegar gente de 55 que no había corrido en su vida. Te puedes iniciar en esto a cualquier edad.

-¿No hay más riesgo de lesión?

-Si utilizas el sentido común y te dejas asesorar, no. Se pueden lesionar igual que los jóvenes.

-¿Ayuda con la menopausia?

-Sí. Tengo mujeres que se apuntaron por eso y están fantásticas.

«A los 30 me dijeron que yo no tenía edad para este deporte»

Siempre con una sonrisa, María Luisa Armesto invita a los suyos a «correr disfrutando y no mirando a cómo les sale el kilómetro». Por eso se desespera con tanto dispositivo para monitorizar pasos.

-¿Cuántos cachivaches lleva?

-No me gustan. Yo solo voy con un cronómetro. Pero la mayoría de la gente, en cuanto lleva un mes corriendo, ya se ha surtido de todo tipo de aparatos.

-Ahora todos somos muy tecnológicos.

-Los runners también. ¡Hasta mi marido es de esos! [Risas]

-¿Está enganchada a las zapatillas de deporte, quizás?

-Procuro tener siempre dos o tres pares en buenas condiciones. Para alternarlos. Esto es como las ruedas del coche, que tienen que estar perfectas. Pues las zapatillas, igual. Gastadas, nunca.

-¿Cuál es la mejor hora del día para correr?

-Para mí, la mañana. Pero eso depende de cada persona. Hay quien no tiene cuerpo por la mañana y prefiere por la tarde.

-Me recuerda usted a Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió la maratón de Boston.

-Me siento totalmente identificada con su historia. Antes, las chicas no podíamos competir en un montón de pruebas.

-¿Cuánto ha peleado usted para poder seguir corriendo?

-Ha sido difícil. A los 30 años mi padre me dijo que yo ya no tenía edad para estas cosas.

-Ya estaba casada con hijos y trabajando de funcionaria.

-Sí. Él me quería mucho, pero era la mentalidad de la época. Venía alguien y te decía: «¿No será mejor que lleves a los niños al parque?». Era una pelea constante. Siempre dando explicaciones.

-¿Cómo lo soportaba?

-Me convencía a mí misma de que no me podía afectar lo que me pudiera venir del exterior.