Sin valentía ante el botellón

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

05 nov 2016 . Actualizado a las 11:46 h.

Primer problema del botellón: sanitario. El consumo de alcohol se incrementa de manera exponencial por una cuestión de precio. Para un adolescente es poco viable la ingesta masiva en un pub, pero la compra en el supermercado le permite beber más en menos tiempo, una combinación nefasta cuyo resultado conocen bien los médicos de urgencias.

Segundo problema: el de los menores. Nadie se compadece -como parece lógico- del dueño de un local que es multado por vender alcohol a menores, ¿pero cuántos adolescentes beben en el botellón? Se tuerce la mirada mientras se vulnera la ley.

Jóvenes haciendo botellón en Méndez Núñez en una imagen de archivo
Jóvenes haciendo botellón en Méndez Núñez en una imagen de archivo EDUARDO PEREZ

Tercero: el de los residuos. Es paradójico que cualquier ciudadano ejemplar pueda ser multado por sacar la basura de casa fuera del horario permitido, mientras cientos de adolescentes siembran Méndez Núñez de plástico cada jueves sin que pase nada. Tras el botellón del Samaín se llenaron 20 contenedores con los restos de la juerga. ¿Qué debe hacer el ciudadano para no ser sancionado por su basura? ¿Acercarse a los jardines y depositar las bolsas al pie de los metrosideros?

Cuarto: higiénico. Si se ponen multas por orinar en la calle, como también parece lógico, ¿por qué los chavales pueden hacer pis impunemente en los parterres? ¿Es lícito entonces desahogarse junto a un magnolio ante el primer apretón imprevisto?

Quinto: patrimonial. A nadie le parece sensato convertir una joya como Méndez Núñez, con ejemplares arbóreos únicos, en vertedero de micciones, vómitos, alcohol y plástico. Pero ahí sigue el botellón.

Expuesto el problema, veamos cómo lo afronta el gobierno local, en respuesta a la pregunta que le planteó esta semana La Voz de Galicia. Es necesario, dicen, «abordar o asunto desde distintas perspectivas, que pasan por analizar polo miúdo a situación e as diversas perspectivas e, ao tempo, traballar coa mocidade; na súa sensibilización cara a unha maior responsabilidade, pero tamén desde a didáctica, tendo en conta as opinións das mozas e os mozos e abordando as alternativas de ocio, no canto de criminalizar a súa conduta».

Es decir, un monumento a la utopía que sigue la senda inequívoca del ya veremos. Aunque tiene razón el gobierno en otra parte de su respuesta, cuando dice que «a problemática xa existía en etapas de goberno anteriores». Así es, porque no ha habido ni uno que haya tenido la valentía de enfrentarse al problema para sacar de la calle el consumo irresponsable de alcohol.

Pero es que la mayoría de los participantes, de más de 18 años, votan en las municipales, así que... que se desgasten otros. Hasta que pase algo irreparable, como sucedió esta semana en Madrid, donde una niña de 12 años se dejó la vida en brazos del coma etílico. Y no, por desgracia no podrá votar nunca en unas elecciones.