«¡Venga! Vamos a pegar unos tiros», decía uno de los figurantes. Y es que lo más espectacular estaba por llegar: la recreación del desembarco de Normandía con la presencia de varios vehículos de época, desde una moto con sidecar a un Mercedes en el que viajaba el general Rommel, pasando por un antiaéreo que ha sido restaurado en el último año. El soldado que vigilaba desde lo alto de uno de los cañones del monte San Pedro tenía la mejor perspectiva del combate que comenzó después de que el numeroso público asistente pudiera ver los mencionados vehículos e incluso Rommel saludara a los más cercanos.
«¡Qué pasada!», decía asombrado un cabeza de familia que se acercaba por primera vez, con sus críos, a la representación. Y otros que ya la habían visto aprovechaban para curiosear los vehículos históricos, lógicamente apartados del combate. En medio de una cierta humareda ganaron los que tenían que ganar si bien las enfermeras, que también las había vestidas de época, tuvieron poco trabajo.