La vivienda es un derecho

Manuel González PERIODISTA

A CORUÑA

26 dic 2015 . Actualizado a las 11:51 h.

Días pasados tuve ocasión de acompañar a una joven pareja a reconocer una vivienda que pensaban adquirir en un edificio por plantas para clase media, producto ahora menos frecuente debido a la proliferación del modelo americano basado en chales unifamiliares. Pese a que su coste se alejaba de los disparatados precios que hasta hace poco alcanzaron las casas en nuestro país, los chicos pensaban en recurrir a una hipoteca para adquirir el piso en cuestión, operación que me atreví a desaconsejar, muy sorprendido por la pervivencia de una práctica cuyos devastadores efectos no parece que hayan servido para general escarmiento. En la mayoría de los países tan solo una pequeña parte de la población reside en régimen de propiedad. En Alemania, sin ir más lejos, apenas llega al 15 %. El resto lo hace mediante alquiler, algunas veces subvencionado parcial o totalmente si los ingresos familiares precisan ayuda para asegurar el derecho a una vivienda digna.

Hace años leí textos de reputados economistas que exponían las ventajas del alquiler sobre la compra, más aún si para esta se ha de recurrir al crédito, pues un arrendamiento siempre resulta más barato y frente a indeseadas contingencias e imprevistos resulta fácil de resolver. En nuestro país, durante 2010 más de cien mil familias fueron literalmente arrojadas a la calle por no pagar puntualmente sus hipotecas. Este año, ni se publican estadísticas sobre las secuelas de los desahucios que, entre otras cuestiones, llegaron a multiplicar de forma escandalosa el número de suicidios, pero aún son frecuentes las noticias sobre desalojos.

Por ello, expliqué a mis amigos que la hipoteca en España ha resultado un buen negocio para los bancos. Eso sí, a costa del sufrimiento de los demás. Tasaciones abultadas, intereses de mora desmesurados y penalizaciones injustas multiplican tanto el gasto de los perceptores de las hipotecas como los beneficios de los bancos. En resumen, les aconsejé que es mejor pagar un cómodo alquiler que depender de un banco para casi toda la vida. Supongo que alguna vez esta situación va a cambiar y que se asumirá lo obvio: la vivienda es antes un derecho que una mercancía. Entre tanto, aconsejo alquilar.