Feijoo, el AVE y el futuro de Alvedro

A CORUÑA

09 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay veces que los asesores colocan a sus políticos en jardines imposibles. Un ejemplo de ello es el que ha sufrido esta semana el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, a cuenta de la coordinación aeroportuaria y la llegada del AVE, que, según las cuentas de sus supuestos expertos, supondrá una merma del 40 % de los usuarios de las tres terminales gallegas. Ese cálculo tiene poca base científica. Primero, porque el AVE, como ya ha quedado claro tras el accidente de Angrois, no será tal, sino que tardará cuatro horas y media en llegar a Madrid y su entrada en servicio prometida ya para el 2011 no será, como pronto, antes del 2018. La capital de España es uno de los muchos destinos a los que viajan los coruñeses, por lo que habría que sumar los transbordos hacia otros puntos. Además, las estadísticas dicen que ese efecto se produce en el primer año de apertura de la alta velocidad, pero que luego las líneas aéreas, al menos en Sevilla, Málaga y Barcelona recuperan progresivamente sus niveles de ocupación.

La decisión de centralizar los vuelos turísticos en Santiago también choca con los datos estadísticos. A Coruña ya es la primera ciudad de Galicia en cuanto a pernoctaciones hoteleras. Otro tópico que no se corresponde con la realidad.

Mentiras repetidas. El otro gran tópico es la amenaza de Oporto. La terminal lusa crece en pasajeros por una razón fundamental: su menú de destinos roza ya los 150 y no para de crecer. Galicia apenas ofrece treinta rutas, algunas de ellas solapadas, y un puñado de compañías controlan el grueso de las operaciones: Vueling es el 50 % de Alvedro y Ryanair el 60 % de Santiago. A Coruña cerró febrero con un espectacular aumento de un 40,6 % sobre el año pasado. El reemplazo de Spanair ha dado resultado. El aeropuerto es un motor económico y el alcalde, Carlos Negreira, debe atender las demandas de la comarca más pujante de Galicia. Coordinación no es igual a sumisión y rendición ante ideas perjudiciales para la ciudad.

Protestas artificiales. El afán del BNG y EU por conquistar el cariño de la calle les lleva a apoyar casi cualquier tipo de manifestación, esté justificada o no. Por eso, a veces, sorprende el escaso éxito de convocatoria que alcanzan pese a arrogarse la representación de la voluntad popular. El pasado jueves se produjo uno de esos episodios en la concentración contra la peatonalización de la Marina y la construcción del paso subterráneo. El aspirante a convertirse en el Gamonal coruñés contaba con el respaldo de las dos asociaciones de vecinos más afines al BNG -Monte Alto y la Gaiteira- y el apoyo explícito de las dos formaciones políticas minoritarias en María Pita. Reunieron a medio centenar de protestantes y ni los vecinos de la Ciudad Vieja ni los de la Marina, los más directamente beneficiados por la intervención urbanística, se sumaron a la concentración. A veces, el afán por crear conflictos donde no los hay también deja en evidencia a sus promotores.