Aumentan las mociones sobre asuntos ajenos a los problemas vecinales
01 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.En enero del 2009 el pleno de Betanzos aprobó solicitar al Gobierno central que rompiera relaciones con Israel tras los recientes bombardeos sobre Gaza. Todos los partidos dijeron entonces al BNG, autor de la moción, que sí condenaban los ataques, pero lo de ordenar a Madrid romper con Israel ya era demasiado. No obstante, bastaron los dos votos del BNG para dar luz verde a la moción porque se encontró con que el resto de las fuerzas se abstenían. Del documento remitido desde Betanzos al Ministerio de Exteriores nada se supo, pero es fácilmente imaginable la sonrisa del funcionario al que le tocara abrir aquella carta que, por otro lado, es más que probable nunca se hubiera redactado.
Lo malo de la anécdota es que no es un hecho aislado. Cuando los gobernantes de todas las Administraciones coinciden en combatir la duplicidad, las corporaciones locales elevan a tertulia política asuntos que les quedan lejanos y, aquí lo grave, restan tiempo al debate de los problemas más cercanos de sus vecinos en los que sí tienen competencia. De hecho ha habido algunas sesiones con tantas mociones simbólicas que dejaron la verdadera esencia y función del pleno a los ruegos y preguntas, un rincón de quejas y soluciones de los problemas cotidianos. El 26 de julio del 2012, los concejales de Oleiros debatieron durante media hora larga cuestiones tan variopintas como las intervenciones del Banco Central Europeo, la prima de riesgo, el estado laico, las hipotecas basura y la eliminación del Senado a causa de una moción conjunta -con la excepción del Partido Popular-. Después de aquello, en Montrove continuaron con los mismos baches y en Dorneda, sin las aceras demandadas.
Obviamente la crítica no puede hacerse extensiva a la totalidad de las mociones genéricas. Por ejemplo, esta misma semana se presentaron mociones de repulsa contra la violencia de género. Pero es cuestionable la eficacia de una iniciativa así cuando, en algunos casos, el voto unánime llega después de un agrio cruce de reproches entre los concejales de las fuerzas políticas.
Además de invadir asuntos que no les competen, el debate es muchas veces artificial. Numerosos ediles se sientan en sus actas no solo con las intervenciones escritas, sino también sus réplicas y contrarréplicas. ¿Es que ya saben el argumento de su adversario? Esto ocurre especialmente cuando los plenos son emitidos por la radio municipal. «Si no hubiera micrófonos durarían la mitad», reconoce un concejal de Betanzos.
En 1926, el pleno de este ayuntamiento votó sobre el origen gallego de Cristóbal Colón. Hoy provoca cierta hilaridad. La misma que puede despertar dentro de un siglo que Betanzos pidió al gobierno central que rompiera relaciones con otro país.
Análisis plenos municipales