Explosión cromática en María Pita

Noelia Silvosa
Noelia Silvosa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

GUSTAVO RIVAS

Fangoria reunió ayer a 20.000 personas con su nueva gira «Cuatricromía»

04 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La impaciencia se palpaba en el ambiente. La plaza de María Pita ayer era un auténtico hervidero de gente ansiosa porque empezase la fiesta. Uno de los balcones era buena muestra de ello, con una pancarta rodeada de globos en la que se leía «Alaska, qué maravilla». De pronto, el reloj marcó las 22.30 horas y una cegadora ráfaga multicolor invadió el lugar. De entre esa poderosa llamarada, surgió la silueta negra de Alaska. Y ahí se produjo el primer estallido de la noche. Fangoria desplegó todas sus armas, bailarines incluidos. Resultaba complicado dejar de mirar el escenario con semejantes coreografías y vestuario. El peso de los cuatro años que la ciudad llevaba esperando a Fangoria se esfumó con su aparición. Definitivamente, la puesta en escena cumplió con las expectativas.

El espectáculo forma parte de la gira que presenta el nuevo trabajo del dúo, Cuatricromía, compuesto por cuatro epés con cuatro estilos diferentes. Así, Fangoria procedió a ofrecer su nuevo repertorio, con títulos como Lo tuyo no es normal, Desfachatez y el primer single del álbum, Dramas y comedias.

Pero el grupo no podía decepcionar a un auditorio anhelante de sus éxitos. El montaje recogió también otras canciones ya legendarias. Perlas ensangrentadas, Absolutamente o Bailando conquistaron por enésima vez a un público entregado, casi febril. La atmósfera se cargó del atemporal universo del dúo, un universo que empezó en la movida y que sigue siendo capaz de mover a cualquiera. Buena muestra de ello fueron las 20.000 personas que logró congregar, un público de todas las edades en el que no solo había nostálgicos.

Alaska, una vez más, no decepcionó. Apareció con un ceñidísimos atuendos negros a juego con su cabello, un look donde destacaban su tez pálida y unos labios rojo pasión que le daban cierto halo vampírico, de criatura irreal. A su lado su pareja artística, Nacho Canut. Siempre escoltándola a los teclados.

María Pita se resistía, pero el final del espectáculo fue acercándose inevitablemente. Ni tú ni nadie, de la etapa de Alaska y Dinarama, desató la apoteosis. Tras el tema llegó la hora de la verdad. Había que cerrar a lo grande, y para ello nada mejor que un himno. A quien le importa resultó la insignia elegida para dar fin a una enorme fiesta. Fue entonces cuando los estruendosos aplausos confirmaron la unanimidad del éxito de su actuación.