1 Hay futuro. Al menos en lo que se refiere al sector hostelero. De nuevo los alumnos coruñeses destacaron, en este caso en el concurso de cocina y coctelería José Rodríguez Moldes Rey, que se celebró en el instituto Fraga do Eume, de Pontedeume. Salvador Piñeiro Gestal resultó ganador en el apartado de los cócteles, una disciplina en la que también destacó Iván Patricio, ambos, alumnos del CIFP Paseo das Pontes. Las jóvenes María Jesús Rodríguez Cancelo y María Paz Domínguez Lozano, del mismo centro, prepararon unos roxóns de boliche estufado con rulo de mazá e Cebreiro, patacas afumadas e castaña crocante que les valieron el segundo puesto en la modalidad de cocina. «Formó parte del jurado Iván Domínguez, (chef del ahora desaparecido restaurante Casa Marcelo)», me comenta con satisfacción uno de los docentes, Gerardo Pereira. Recuerdo que la última vez que fui a comer a este instituto hablamos de la posibilidad de abrir el comedor al público, para que los coruñeses que lo deseen puedan comer a precios reducidos y los chavales hacer prácticas con clientes de verdad. Una experiencia enriquecedora pero que no es tan sencilla administrativamente como pudiera parecer. Lo único seguro es que la cantera hostelera coruñesa funciona.
Premio del noroeste
2 Sigo con hostelería, pero me sitúo varios escalones por encima de los anteriores protagonistas. Nava Castro, secretaria xeral de Turismo de la Xunta, fue la encargada de entregar el premio Chef Millesime al cocinero asturiano Nacho Manzano, del restaurante Casa Marcial de Arriondas, que hace poco más de un año fue uno de los encargados de preparar el menú de la boda de Marta Ortega. La cita fue en A Estación de Cambre con la presencia de más de medio centenar de invitados, entre ellos los mejores cocineros gallegos. Nacho recogió el premio patrocinado por la cerveza Cruzcampo gran reserva y preparó la comida junto con Juan Crujeiras, Beatriz Sotelo y Pepe Solla, ganador el año pasado.
Vuelve el Ocho
3 Y termino el recorrido hostelero por la zona de Monte Alto. El pasado mes de diciembre les hablaba del cierre de un bar de siempre, el 8 de Mayo de la calle Cantábrico, porque se jubilaron sus propietarios, que le pusieron de nombre esa fecha porque fue el día de su boda. Desde ayer vuelve a haber un negocio de hostelería en este bajo rebautizado como Ocho_Monte Alto. «Le mantuve al menos el número porque la gente, por mucho que cambies, y la reforma ha sido importante, le va a seguir llamando como antes», comenta sonriente Óscar Sánchez Otero, vecino de la zona y cliente del anterior, que tras muchos trabajando en el sector decidió montar su primer negocio. «Tenía ganas de trabajar para mí. A pesar de la que esta cayendo creo que la hostelería bien trabajada puede salir adelante», reflexiona.