Aniversario de una tragedia

María Vidal Míguez
María Vidal A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Se cumple un año de aquella fatídica madrugada en la que tres policías perdieron la vida al intentar salvar a Tomas Velicky

28 ene 2013 . Actualizado a las 14:55 h.

Hace justo un año A Coruña se despertó antes de lo habitual con el ruido de los helicópteros volando sobre la bahía. Aún no había amanecido cuando la tragedia azotó sin reparo a la ciudad. Era una noche fría, muy fría. Las autoridades habían activado la alerta naranja por el mal tiempo y el Orzán era, en esas condiciones, el lugar menos recomendable para bañarse. Pero un grupo de jóvenes eslovacos entre los que se encontraba Tomas Velicky decidieron bajar a la playa para escribir sus nombres en la arena. Tomas se acercó a la orilla a orinar. Tardaba, y fue entonces cuando sus amigos se dieron cuenta de que se encontraba en el mar y de que no podía salir. Este fue el desencadenante de una tragedia que se prolongó durante 24 días y 24 noches.

Una patrulla de policías, que se encontraba en la zona, intentaron ayudarlo a salir del agua. El mar batía con fuerza. Se sumó otra patrulla, y otra, y así hasta más de una docena de personas, entre ellas Adrián Doce. El mar los tiraba una y otra vez. No había manera de mantenerse en pie. Cuando se dieron cuenta de que era imposible ayudar desde tierra comenzaron a replegarse. El resultado, tres policías y el joven eslovaco desaparecidos.

El alcalde, Carlos Negreira, fue de los primeros en llegar al lugar. La ciudad comenzaba a despertar, y la angustia se apoderaba de los que iban llegando a la zona. Los primeros momentos fueron de gran intensidad. Eran conscientes de que eran las únicas posibilidades de encontrarlos con vida, sobre todo en las condiciones en las que estaba el mar. Desde la sala del 091 se trabajó con prisa y urgencia. Quedó el personal mínimo para funcionar. Se coordinó sobre la marcha y se necesitó gente especializada.

La coraza, zona 0

Con la primera luz del día se localizó el primer cadáver, el de Javier López, en las inmediaciones del Millenium. A las diez de la mañana quedó instalado el centro de coordinación en la Coraza, la zona 0. «Hubo un gran compromiso de todas las personas que participaron. Se trabajó al límite, los bomberos llegaron a salir casi con las botellas vacías», recuerda Carlos García Touriñán, entonces jefe de bomberos, y recién nombrado director de Seguridad Ciudadana y Movilidad, que destaca el trabajo que días más tarde realizaron ciudadanos anónimos.

Comenzaron a llegar compañeros y familiares de los desaparecidos. Se vivieron escenas dramáticas. Las posibilidades de encontrarlos con vida eran escasas, pero no se escatimó en esfuerzos. Se desplegó un dispositivo por tierra, mar y aire jamás visto en la ciudad. Hasta cinco helicópteros, y otras tantas embarcaciones, rastrearon cada milímetro de la bahía coruñesa. Salvamento Marítimo, Cuerpo Nacional de Policía, Policía Local, GEAS de la Guardia Civil, Guardacostas, Vigilancia Aduanera, 112, Club del Mar y numerosos ciudadanos anónimos que quisieron aportar su granito de arena, y que incluso llevaron prismáticos para facilitar los trabajos de búsqueda.

Esa mañana, Julio Flores, concejal de Seguridad Ciudadana, se encontraba en Madrid. Estuvo informado en todo momento por el alcalde. Tenía pensado llegar a primera hora de la tarde, pero otro imprevisto, la quiebra de Spanair, lo obligó a alquilar un coche y venir por carretera. «Al llegar y ver la cara de los familiares se me cayó el alma a los pies. La cara de las familias se me va a quedar grabada para toda la vida. Intenté darles consuelo, pero solo querían estar allí. Una impotencia enorme saber que no podías hacer nada más», dice Flores, que añade que junto con el asesinato de los gemelos de Monte Alto es de las experiencias más duras que ha vivido como concejal.

Apoyo a los familiares

Las horas pasaban, y las posibilidades de que apareciesen con vida desaparecieron. El dispositivo, en el que llegan a participar más de cien personas, se centró ya en localizar los cadáveres. «Pusimos el máximo esfuerzo. Era lo menos que podíamos hacer por las familias que perdieron a sus hijos mientras intentaban salvar a otra persona», explica Carlos Touriñán.

María José Rodríguez, jefa de Protección Civil, fue una de las personas que más cerca estuvo de los familiares. Se encargó de acompañarlos en todo momento y de ofrecerles apoyo, aunque también contaron con la ayuda de un equipo de psicólogos de la Cruz Roja. «El objetivo principal era acomodarlos, ofrecerles algo caliente. Preveíamos que podía ir para largo», dice Rodríguez, que asegura que no había consuelo alguno para unos padres que acababan de perder a sus hijos en esas circunstancias. «Lo importante es que sintieran el contacto humano, el calor de la gente. Decían que no se podían marchar de allí sin los cuerpos de sus hijos. Normal, porque el dolor persiste, pero las heridas hay que cerrarlas, si no solo queda angustia y ansia».

Encuentro con Peter Velicky

Días después presenció un encuentro que, dice, «no olvidaré en la vida». Peter Velicky, el padre del joven eslovaco, viajó hasta A Coruña para conocer de primera mano cómo sucedieron los hechos y dar el pésame a los padres de los policías que intentaron salvar la vida de su hijo. Solo se reunió con la madre de Rodrigo Maseda. «Tenía mucho interés en conocerlo, en transmitirle su pésame. Ella había perdido a un hijo, pero entendía que él también. Le dio consuelo, y le dijo que todo había sido un accidente».

Rodríguez destaca la «calidez humana» que mostraron los familiares con gestos como este. «Es impresionante responder con esta entereza. Saber ponerte en la situación del otro. No todos podemos».

A los pocos días, el 2 de febrero, el mar devolvió a la playa el cuerpo de Rodrigo Maseda, y los buzos del Club de Mar localizaron el de José Antonio Villamor en las rocas de las Esclavas. Una semana después, Salvamento Marítimo suspendió la búsqueda intensiva de Velicky. Pero los coruñeses no dejaron de mirar al mar. Querían encontrar el cuerpo del joven eslovaco, y prueba de ello es que durante una semana no cesaron de producirse falsas alarmas. Finalmente, el aviso de un ciudadano alertó a los servicios de emergencias, que localizaron el cadáver del estudiante el 19 de febrero. Ahora, cuando se cumple un año de la tragedia, las personas que participaron en el dispositivo coinciden. «Ojalá el homenaje a los tres policías nos recuerde que el mar está ahí, y que cuando se dice que no hay que bañarse hagamos caso». Ojalá.