La indignación se multiplica

Javier Becerra
Javier becerra A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Más de 6.000 personas marcharon hasta María Pita convocados por Democracia Real Ya

20 jun 2011 . Actualizado a las 11:54 h.

El movimiento 15-M en la ciudad supera una nueva prueba. Después de esquivar todos los augurios que decían que lo suyo se iba a desinflar -las elecciones, el mal tiempo, la recogida de muchas acampada en España, el cumplir un mes,...- ayer logró el acto más multitudinario de su corta historia. Más de 6.000 personas se echaron a la calle para apoyar su mensaje de indignación. Una cifra que supera ampliamente el anterior récord -las 2.000 almas que se unieron a la cadena humana entre el Obelisco y María Pita - y que demuestra que el motor que llevó a la gente a tomar las calles en mayo permanece vivo.

La cita era a las 19 horas, en la plaza de Orense. El motivo, mostrar el rechazo total al pacto del euro. Globos de colores y toda la colección de pancartas habidas y por haber en lo alto. También alguna bandera republicana y todo tipo de cachivaches para meter ruido: desde un megáfono a un cuerno, pasando por una lata de patatas fritas o unos bongós. La cuestión era hacerse ver y oír. Y lo lograron. Vaya si lo lograron.

Entonces, unas 1.500 personas esperaban la orden de arrancar. Entre ellos muchas de las caras conocidas de la Acampada Coruña. También los integrantes de la rama coruñesa de Democracia Real Ya, que vuelve a caminar de la mano con los acampados. Y muchos, muchísimo ciudadanos que se quisieron unir a la protesta y engordaban al grupo poco a poco.

Con una versión libre del clásico I love You Baby en cuya letra se decía a voz en grito «Incompetencia laralaralalá, incompetencia, laralaralalá, incompetencia total» empezó el desfile de canciones y consignas. Muchas, que ya son el Padre Nuestro de estos días, como el «No hay pan para tanto chorizo» o el «Estas son nuestras armas» con las manos en alto, acompañaron los primeros pasos de una marcha que crecía y crecía. Cuando la cabeza de la manifestación llegó a la plaza de Mina, aún salía gente de la Plaza de Orense. 3.000 personas se contabilizaban entonces, pero la masa seguía creciendo.

Del mismo modo que en protestas anteriores, se pudo ver gente de todas las edades. Guiadas por unos organizadores identificados con chalecos reflectantes, no produjeron ningún incidente digno de mención. En cualquier caso, los convocantes ya tenían desarrollado un protocolo de actuación en el caso de que surgiera en algún momento cualquier tipo de situación tensa.

Sentada en el Obelisco

Alcanzado el Obelisco, se vivió uno de los momentos más emocionantes de la tarde. Espontáneamente los más jóvenes se sentaron y empezaron a gritar: «!Este sitio nos representa!». Luego, exclamaban: «!Este es nuestro gobierno!». Para entonces, la Policía Local ya confirmaba que la cifra superaba las 4.000 personas. Pero aún quedaba alcanzar la plaza de María Pita. Mientras tanto, sacándole punta al lápiz del ingenio, le dieron la vuelta a una popular canción infantil. Decía lo siguiente: «Un banquero se balanceaba sobre la burbuja inmobiliaria, como veía que no se caía, fue a llamar a otro banquero». Al menos, llegaron al banquero número 14.

Una vez alcanzada Puerta Real estalló la euforia. Era la meta. Entre gritos y ovaciones la gente se dirigió al Palacio Municipal, mientras aguardaban al resto de sus compañeros. Allí, a modo de protesta, una decena de jóvenes escenificaron una performance en la que varios Mossos D? Escuadra se enfrentaban a los manifestantes. Luego, demandaron unos minutos de silencio a los asistentes y, concluidos estos, volvieron a entonar nuevas canciones.

Las sonrisas y la satisfacción reinaban en María Pita. David, uno de los manifestantes, asumía que ayer el 15-M había salido muy reforzado: «Esto cada vez va a más. Dieron el movimiento por muerto varias veces, pero ya veis cómo está esto, que es realmente impresionante». ¿Y habrá más actos? «Pues claro, seguro que surgen más iniciativas como esta».

Al final, cuando ya eran más de 6.000 personas delante del Ayuntamiento, brotó una nueva sorpresa. Se formó una letra D humana. Era una D que indicaba democracia, a la que ellos, los indignados, le han puesto el apellido «real» el pasado 15 de mayo. Esperan a que la clase política política también lo haga, mientras la reivindican acto a acto. Va ya más de un mes. Y el estado de ánimo que se pudo vivir en la tarde de ayer en la ciudad no sugiere que el globo se pinche fácilmente.

«Esto cada vez va a más. Dieron el movimiento por muerto varias veces y ya veis cómo está»

David