Fuego cruzado

A CORUÑA

03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Es como estar desarmado en medio de una batalla. Disparan desde todas partes y no hay más recurso que protegerse lo mejor que se pueda y esperar a que paren los tiros. Lo de la gasolina es una ráfaga interminable de subidas, a la que se unen las del recibo de la luz y ahora también el butano y el gas. A ver cómo lo afrontan los millones de parados, los pensionistas y trabajadores de ingresos congelados y los funcionarios mileuristas, que no son pocos, de salarios rebajados.

Pero no son esas las únicas balas que silban en los oídos de los atribulados consumidores. El polvorín en que se han convertido países exportadores de petróleo coloca oscuros nubarrones sobre la evolución de los precios del crudo y la tragedia de Japón obligará a replantearse no pocas cosas en la producción de energía nuclear, al tiempo que desvela los pies de barro de líderes europeos que nos siguen marcando condiciones para la salida de la crisis, pero reaccionan a los ecos de Fukushima con medidas improvisadas de claro sello electoral.

En medio del fuego cruzado, la energía eólica se situó en marzo como primera fuente de producción eléctrica en España. Con la que está cayendo en todos los ámbitos, reafirma a quienes ven en las renovables la vía más sólida para el futuro. Pero es una apuesta a largo plazo, que exigiría una política de Estado de complejo y difícil equilibrio para fijar de forma estable el tan traído y llevado mix energético y, en consecuencia, la apuesta por las tecnologías relacionadas con la energía, y evitar cambios en la dirección del viento tan radicales como los que aquí hemos vivido en los últimos años. Pero ese acuerdo parece estar aún muy lejos.