Urbanismo con joroba

A CORUÑA

La sorpresa de esta semana está cerca de la estación de autobuses... Por Laureano López

31 ene 2011 . Actualizado a las 13:27 h.

El urbanismo es una caja de sorpresas. Nunca sabes lo que te vas a encontrar hasta que los obreros, que son unos mandados y bastante tienen con trabajar en este país plusmarquista en desempleo, retiran la lona. La sorpresa de esta semana está cerca de la estación de autobuses, donde el destape muestra una edificación que, de entrada, ha generado un intenso diálogo entre los lectores a través de las páginas, de papel y digitales, de La Voz. El debate es sobre lo estético y sobre lo ético. ¿Lectura positiva? La polémica ha rescatado del olvido una joya arquitectónica oculta en Marqués de Amboage, una de las herencias que el arquitecto Pedro Mariño dejó a todos los coruñeses. Para la inmensa mayoría de los lectores no hay lugar a dudas: se ha producido un estropicio, otro, en el urbanismo coruñés.

El gobierno local ha confirmado que la operación de estética en el número 7 de esta calle cumple al dedillo la legalidad. Más que ser un consuelo, la revelación asusta, y añade cuestiones inquietantes: ¿Qué cosas más se pueden hacer bajo el paraguas de la legalidad? ¿Estirarán la Casa Salorio dos plantas amparados en la legalidad? ¿Se construirá algún día un apartamento sobre la Domus? ¿Crecerá de tamaño la Colegiata para coronarla con un ático moderno a mayor gloria de la arquitectura de vanguardia? Sí, el asunto de las chepas en los edificios no es nuevo. Eustaquio Giannini, responsable de la restauración de la torre de Hércules en el siglo XVIII, la aumentó en una planta, pero en lugar de un pegote dejó para la historia una obra maestra que ahora es patrimonio de la humanidad. Está claro que hay jorobas y jorobas...

Volvamos al edificio de Pedro Mariño en Marqués de Amboage. ¿Había necesidad de aumentarlo de tamaño? ¿Ha mejorado el resultado al original? ¿Anda la ciudad, con 20.000 pisos vacíos, escasa de vivienda, y por eso es necesario tirar para arriba cueste lo que cueste? ¿Cuánto tardarán en emular la operación los edificios vecinos?... Al insigne arquitecto no le podemos preguntar su opinión sobre el asunto, porque falleció en 1931, después de dejar su firma en el palacio municipal, la Casa del Sol o, a medias con el arquitecto Pan de Soraluce, el segundo Ensanche de la ciudad. La concejala de Urbanismo sí ha podido hablar. Obdulia Taboadela nos ha obsequiado con una noticia bomba: «Nosotros -se refiere al Ayuntamiento- no somos vigilantes del buen gusto ni de la estética, para esto está la Consellería de Cultura». ¿Puede el Ayuntamiento mirar para otro lado apruebe lo que apruebe la Consellería? Esperemos que Cultura no autorice desde Santiago que se pinten de verde y morado las galerías de la Marina... Si velar por la estética de la ciudad no es competencia municipal, que nos expliquen qué funciones tienen los ayuntamientos. El argumento de la edila de que tiene las manos atadas, por la ley y por una consellería, no es de recibo: el gobierno local, que lo fía todo en materia de urbanismo a la revisión del PGOM, aún sin fecha, ha litigado con la Xunta por asuntos mucho menores que esta prótesis que le han colocado al edificio de Pedro Mariño. Por desgracia, hay quien sigue practicando la cultura de balones fuera. La política, como el fútbol, es así.

Que la obra de Marqués de Amboage sea legal no es consuelo. Más bien, asusta.