Un puzle cultural a pie de playa

J. Becerra / Sara Cuesta A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Danzas hindús, arte árabe y teatro francés fueron algunas de las bazas que desplegó el Xacobeo en la Festa dos Mundos. El público se dejó contagiar por la diversidad

09 ago 2010 . Actualizado a las 13:35 h.

No solo música. Después de la cuña multicultural del diálogo y el entendimiento entre los pueblos, ese fue el eslogan que más se repitió en los días previos a la Festa dos Mundos. El mensaje era claro desde el minuto uno: esto no es un festival de música al uso. Una simple vuelta por Santa Cristina por la tarde no hacía sino corroborarlo.

Seis de la tarde. Primera parada, escenario Danzas do Mundo. Allí la formación Bollywood Hay Jo se las ingeniaba para enseñar al público a bailar al estilo hindú. El truco lo encontraron fácil. Consiste en simular que se desenroscaba una bombilla del techo con una mano y que, con la otra, se hace lo mismo, pero en la pared. Funciona. En cuestión de segundos las trescientas personas que seguían las evoluciones a pie de playa, se metieron en la coreografía, perdieron la vergüenza y se entregaron sin condiciones a la fiesta. La de los Mundos.

Ese grupo era solo una pequeña parte de las 6.000 personas que, según la organización, disfrutaron de las actividades de la mañana. Por la tarde, el número se multiplicó y el colorido cultural se expandió por toda la zona. Unas de las actividades de mayor éxito fueron, sin duda, las que tuvieron lugar en el escenario el Parque da Ilusión. Allí, un grupo teatral se las ingeniaba para sacar el máximo partido posible a dos elementos: un cesto de mimbre y una bolsa de red con cebollas. Acompañado de un acordeonista, el mimo-malabarista hacía verdadera magia ante los ojos atónitos de los niños. También de los de sus padres.

El recorrido seguía por la avenida Santa Cristina. Primero, con tambores importados de Sudamérica, desfilando como si del sambódromo se tratase. Después, con el ska festivo y contagioso de los Festicultores, que lograron rodearse en plena calle de unas 200 personas encantadas de la vida con su música. Y todo ello hasta llegar de nuevo a la playa, por el otro costado y ver que la escultura de arena del grupo Arenas Posibles se había convertido en la postal favorita: todos se querían fotografiar junto a ella. El guardia que la custodiaba tuvo bastante trabajo para evitar a quienes se querían acercar más de lo debido.

Justo al lado de esa obra de arte efímero arrancaba el mercadillo. En consonancia con la línea del evento, allí se podían escuchar acentos e idiomas de todo el mundo. Y en los puestos lo mismo. Desde trenzas de cuero a anchoas de Santoña, pasando por artesanía árabe, mini mojitos y juegos tradicionales de madera. También la otra cara de la multiculturalidad: la de los inmigrantes africanos que subsisten en Europa tirando de piratería y top-manta.

Consenso de precios

La Asociación de Hosteleros de Santa Cristina llegó a un acuerdo entre los diferentes locales y fijaron un precio estándar en las bebidas. No fueron usureros y optaron por una tarifas bastante razonables. Los refrescos a 1,50 euros, el medio litro de caña a 2,5 euros y el litro a 4. Para comer los precios de los bocadillos iban de 2 euros a 3,50.