«Estuve 8 días en una patera»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ.

A CORUÑA

Baye Maguett, marinero en Dakar, busca trabajo y confiesa: «Tengo la esperanza de que un día me va a cambiar la vida»

27 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En una esquina de la sede de Ecodesarrollo Gaia (c/Antonio Pereira, 3-Bajo, detrás de la biblioteca de la Sagrada Familia) varios emigrantes están viendo la televisión aunque sin perder detalle de las personas que van entrando y saliendo. Uno de ellos es Baye Maguett. «Mejor hablamos ahí que aquí hay mucho ruido», dice e invita, en un buen castellano, a entrar en otro despacho acristalado anexo al anterior. En un tono de voz más bajo de lo habitual, como sino quisiera hurgar en aquellos recuerdos, relata su llegada a España: «Vine en patera; estuve ocho días en una patera». Luego detalla que en al actualidad sigue sin papeles, «los estoy tramitando, me dicen que tardarán dos meses».

En los cuatro años que lleva en España «trabajé de vez en cuando», siendo una de las actividades en las que estuvo ocupado la recogida de la uva. En cuanto a su llegada a la ciudad tiene una sencilla explicación: «Era el único sitio donde conocía a alguien», en concreto a un primo suyo que ya estaba en A Coruña.

La mayor parte de la familia de este marinero de 28 años sigue viviendo en Dakar, allí están sus padres y sus hermanos, según explica; sus progenitores no tienen trabajo y él les envía algo de dinero, cuando puede. Se siente responsable de ellos, «yo soy el hijo mayor y tengo que ayudarles». De todos modos, «aquí es difícil encontrar trabajo», asegura. Pero él lo intenta, por todos los medios: primero aprendió español porque cuando llegó a España «no sabía nada, nada de nada, y para encontrar trabajo tienes que saber español», reconoce.

Amigos en Betanzos

A la espera de que le concedan el permiso de residencia se une su intención de acceder a un curso de formación profesional; desde que está en España, Baye Maguett, convalidó sus estudios de educación secundaria y ahora quiere formarse para trabajar como mecánico en un barco, una tarea que ya llevó a cabo en su país.

Durante la conversación detalla que ahora está viviendo en un piso «con gente de mi país», si bien matiza que también ha hecho amistad con otras personas de la ciudad y su entorno y en concreto «tengo unos amigos en Betanzos, buenos amigos», relata.

De vez en cuando, los ojos de este marinero siguen, a través de la cristalera, lo que ocurre en el local, donde los tres trabajadores de la organización sin ánimo de lucro Ecodesarrollo Gaia atienden a gente que entra y sale, sobre todo a madres con niños. Además, también hacen de canguros de Mohamed, un inquieto niño cuya madre se ha marchado para asistir a un curso de cocina que se está celebrando en el centro cívico de los Mallos promovido por esta oenegé con vistas tanto a la futura integración laboral de estas mujeres como a la formación para atender a su propia familia.

Una de las trabajadoras de Gaia atiende por teléfono a otra de las personas que piden cobijo a esta entidad, mientras a una mujer que llega con su pequeña le explican los trámites que hay que hacer con unos papeles que deberá presentar para contar con asistencia sanitaria.

Baye Maguett sigue relatando su historia, sus vivencias en Senegal, donde Ecodesarrollo Gaia continúa con los proyectos de ampliación de sus instalaciones, todas ellas bajo el nombre de Coruña, contando para ello con la colaboración de diversos organismos, tanto públicos como privados, y que van desde la Diputación provincial coruñesa hasta el Ayuntamiento, pasando por el Club de Leones o la Fundación Eroski. La idea es la formación en el lugar donde están de estas personas y con ello facilitar su desarrollo en lugar de residencia y evitar que tengan que marcharse.

Maguett termina agradeciendo la posibilidad de «poder contar cómo llegamos aquí y que sepan que nosotros no somos mala gente, solo queremos trabajar». En cuanto al futuro espera por ese permiso de residencia, por ese curso de formación profesional y, sobre todo, «tengo la esperanza de que un día me va a cambiar la vida», afirma con una sonrisa.